"Todos los días la gente se arregla el cabello,
¿Por qué no el corazón?"

miércoles, 13 de abril de 2011

Los hijos vienen sin ticket regalo

El país envejece, el índice de ancianos supera al de niños con creces. No quiero pensar cómo irá el mundo cuando yo tenga 30 años más. Cada año, las parejas se atreven menos a tener hijos. Aunque, con lo que puedo ver cada día, mejor que no los tengan.

La mayoría de las personas que deciden tener hijos (generalizando muchísimo, aunque no sea objetivo) son las que, a primera vista, parecen no entender que a los niños se les educa para obtener ciertos comportamientos positivos. Y con positivo, no me refiero a que el niño haga lo que los padres quieren sino, a formar una persona de provecho, sana (tanto física como PSICOLÓGICAMENTE), fuerte, estable y con ganas de ser alguien de provecho. Por lo que puedo observar, los jóvenes padres que aun siendo tan jóvenes no son para nada primerizos, tienen hijos por tener, como quien tiene un perro. Peor, a un perro se le educa y se le quiere mediante un “amor sano”, requiere menos responsabilidades que un niño pero la base es similar.

Me gustaría hacer un estudio y preguntar a todas esas personas qué pensaron a la hora de aceptar ser padres. ¿Pensaron que sería fácil? ¿Les apetecía como a quien le apetece irse de viaje? ¿Fue un preservativo roto y decidieron no abortar ni dar en adopción?

Todo parece lógico, aquellos que no piensan detenida y objetivamente las responsabilidades que supone tener un hijo, son los que más se atreven a tenerlos. Desde mi punto de vista, si analizaran los PROS y los CONTRAS dando a la situación la importancia que merece, se atreverían menos del 50%.

He escuchado insultos, he visto bofetones sin sentido, conductas que propician envidia y celos de un hermano a otro. Y, de manera totalmente opuesta, he llegado a no escuchar nada, sólo el silencio como resultado de una abrumante marginación que acaba desembocando, en muchas ocasiones, en un comportamiento rebelde que no es más que un grito de ayuda para llamar la atención de los padres.

He visto cómo unos hijos toman partido en problemas de padres que se odian, cuando su edad no es más que la apropiada para ocupar su tiempo estudiando y divirtiéndose. Niños que viven con los abuelos porque sus padres tienen un horario laboral complicado y éstos echan por la borda la educación que han recibido por parte de sus padres, accediendo a todas las peticiones del nieto. Todo esto con una frase que les permite desligarse de toda responsabilidad: “Yo ya he criado a mis hijos, ahora me toca malcriar a mis nietos”. No sé si soy rara al pensar que esta frase no tiene NINGÚN sentido que no sea puramente egoísta. Si de verdad has criado a tus hijos para que crezcan de una manera óptima y saludable, es porque les quieres. Y si de verdad les quieres, no es normal que te de igual acabar con el trabajo que han realizado con sus propios hijos.

En resumen, los niños no son como un regalo que puedes devolver. No tienen ticket regalo. Todas las acciones que realices como consecuencia de la frustración y el agobio de no poder deshacerte de tus hijos, se grabarán en sus memorias y facilitarán que el futuro esté lleno de jóvenes que, en lugar de sacar adelante el país, se hundirán con él.

lunes, 11 de abril de 2011

Un fármaco tradicional: La mentira

Siempre me ha impresionado cómo puede haber personas que consiguen mentirse a sí mismas. ¿Cómo pueden mentirse si son quienes mejor se conocen? ¿Realmente consiguen mentirse cuando lo hacen? ¿De verdad consiguen el resultado que esperan?

Me resulta fascinante, a la vez que un poco extraño, que una persona consiga callar las voces de su interior. Esas a las que no se les puede mentir con una farsa, porque esas vocecillas interiores, son las que hacen a una persona tal y como es. Sin ambigüedades ni opacidades.

¿Por qué lo harán? ¿Escogerán así el camino más fácil? Un camino donde se hacen pensar a sí mismos que es la vida que quieren. A lo que yo pregunto, ¿es realmente ese el camino más fácil?

No entiendo cómo una persona puede llevar el gran peso que supone vivir una vida frustrada. La posibilidad de mentirse a uno mismo es muy tentadora y ayuda a sobrellevar esa frustración pero, el ser humano, por lo general, es inteligente, y en determinados momentos esa persona sabe que no está viviendo lo que siempre ha querido y que se encuentra bastante alejada de lo que entiende por una vida feliz.

¿No sería más inteligente (que no digo fácil) que la gente fuera sincera consigo misma e intentara cambiar todo aquello que hace que su vida sea, simplemente, una mentira? ¿Qué es más costoso? ¿Hacer frente a todo ese intento de “vida” y empezar de cero? ¿O vivir año tras año intercalando una mentira y la tristeza que supone abrir los ojos?

Ante todos estos pensamientos, se me ocurre pensar que hay algo aún más interesante. Es el momento en que una persona empieza con ese comportamiento rutinario que afianzará a lo largo de los años. ¿Qué lleva a una persona a mentirse a sí misma? ¿Educación? ¿Experiencia? ¿Cómo descubrir que alguien empieza a optar por ese camino y poder corregirlo? Creo que es más fácil educar para un buen crecimiento en todos los ámbitos, que esperar a que haya un problema, descubrirlo e intentar corregirlo.

Es por esto, una de las cosas (entre muchas otras) que veo tan importante la educación de algo que se ha puesto de moda pero que siempre ha debido estar en nuestras cabezas peludas: Inteligencia Emocional.