Escribo
indignada. El barça-madrid de esta noche no ha hecho más que recordarme que,
además de preveer un día de mucho trabajo, el mundo gira en torno a este
deporte. Podría hablar de las fantásticas cualidades que el fútbol supone como
el trabajo en equipo, la necesidad de un clima positivo, compañerismo,
esfuerzo, perseverancia, potenciación de habilidades sociales en ruedas de
prensa… Eso es lo que el fútbol puede aportar a cada uno que lo practica pero, ¿qué
nos aporta a nosotros este fantástico deporte enormemente mediatizado y contaminado
por un tipo de prensa que se centra en especular, meter presión a los equipos y
jugadores, crear mal ambiente y, por qué no decirlo.. inventar? Sí queridos,
que la prensa del deporte inventa es algo obvio. No es posible (en mi cerebro
que parece ser raro por buscar cosas lógicas en la vida) que hablen de las
expresiones de determinados jugadores durante el partido sin hablar con ellos,
sin contrastar la información y dando un toque dramático y, en mi opinión,
vomitivo.
“Tal
jugador no puede más. La desesperación se apodera de él y se enfada con sus
compañeros. Intenta lanzar a portería, pero falla, y su frustración se va
haciendo más notable. Hoy no es un buen día para nuestro amigo, se maldice por
la mala racha de partidos que está teniendo… ¿Qué le pasa a fulanito…?” (Todo
esto con un tono muy similar a la voz en off de “Aquí hay tomate”).
Por otra
parte, existen las ruedas de prensa, ese bonito sitio donde se necesitan las
habilidades sociales necesarias para tratar todo tipo de temas con asertividad
y educación. Por desgracia, sólo encuentras una situación totalmente mejorable
donde periodistas sólo se preocupan por el ambiente “dentro del vestuario” y
entrenadores que, distan mucho de dar ejemplo de educación y madurez ya no sólo
a sus jugadores sino al resto de
niños/adolescentes/adultos/ancianos/perros/gatos/ydemásfauna (porque aquí todo
el mundo ve el fútbol). Unos (y lo digo bien, en masculino, porque ni una sola
mujer forma parte de este embolao ni como jugadora ni a nivel directivo) que no
se hacen cargo de sus responsabilidades y culpan a los árbitros, otros que
tienen una tolerancia a la frustración al mismo nivel que un niño de 5 años y,
por último, aquellos que no saben aceptar una derrota. Al fin y al cabo, hablo
siempre de lo mismo, inmadurez emocional.
Para
acabar, otro suceso que me llamó la atención fue cuando la selección española
ganó la última Eurocopa. Encendí la televisión dispuesta a ver la celebración
de la llegada a España, pues que me enfade cómo los medios traten el tema del
fútbol no impide que empatice y me alegre por la recompensa al esfuerzo. Y lo
único que pude ver es el nivel de ebriedad de los jugadores con el que, alguno
de ellos, casi no se tenía en pie. Queridos ciudadanos, entiendo que sea un
momento de felicidad, de fiesta y que tienen derecho a alcoholizarse lo que les
apetezca pero… ¿Nadie pudo decirle a Ramos que no sacara el vaso de cerveza por
televisión en horario infantil? ¿¿¿Nadie???
En la
actualidad, se sabe que la mayor influencia de los niños son los padres y de
los adolescentes el grupo de iguales/amigos. Pero yo añadiría un factor
altamente influyente que se reúne en ambos grupos: Los futbolistas.
Y aun
sabiendo esto ¿no nos preguntamos qué maldita educación queremos para nuestros
hijos?
Me alegra que sigas publicando mónica.
ResponderEliminarUn besico!
¡Me encanta! ¡Cuanta razón tienes!
ResponderEliminarHace poco me llamó un comercial de ONO para ofrecerme Gol Televisión. Como me han educado bien, le dejé que me contara todas las bondades que podría obtener con su producto, basadas, por supuesto, en el deporte "rey" de este país. Incluso llegó a hacer mención a que mejoraría mi vida social. Cuando hubo finalizado su exposición, muy cortesmente le dije: -Muchas gracias por su oferta, pero aunque parezca mentira, siendo españoles ni a mi marido ni a mí nos gusta el fútbol. Hay más deportes.
El pobre comercial se quedó mudo. No tenía por donde continuar, porque no me estaba quejando del precio, como estará acostumbrado a que le rebatan, sino que directamente le había dicho que no me gustaba lo que me quería vender. Me lo imaginé con los ojos abiertos como platos intentando comprender como era posible que no nos gustara el fútbol. Y no sólo a mí que, al fin y al cabo, soy mujer y este es un deporte de "hombres" (por desgracia el machismo sigue latente en este país),tampoco a mi marido (¡qué traición!). Así que muy a su pesar, se despidió y colgó.
Besos,
Tata