"Todos los días la gente se arregla el cabello,
¿Por qué no el corazón?"

miércoles, 11 de septiembre de 2013

S.O.S.: Mi hijo tiene una rabieta


Las rabietas son conductas anormales que expresar una mezcla de rabia y frustración. Aparecen cuando el niño expresa enfado, debido a su inmadurez, mediante un gran número de conductas como el llanto, gritos, agresividad física y/o verbal…

La edad en la que aparecen gira en torno a los 18 meses y se van desvaneciendo a partir de los 4-5 años poco a poco, teniendo su punto máximo a los 2 y 3 años.

Las rabietas son algo inevitable en los niños de 2 o 3 años. Además de poneros a prueba para comprobar la consistencia de la disciplina que hay en casa, sus capacidades son limitadas y  también les resulta difícil hacerse entender por los adultos.

Pero… ¿Cómo es aconsejable que los padres las manejen?

Ante las rabietas experimentadas a causa de la frustración consigo mismos por no conseguir llevar a cabo algo de manera adecuada, es muy importante que los padres o cuidadores escuchen y apoyen al niño elogiando sus logros: “Ibas muy bien”, “no pasa nada”, “esto lo arreglamos juntos”…


En cuanto a las demás rabietas:
 
1.      No consentir una rabieta: Es aconsejable llevarlo a otra habitación (aislarle) y explicarle que esperamos que recapacite sobre su actitud estando solos con su rabieta (a los más pequeños, hacerles recapacitar no va a generar muchos resultados). De esta manera, se le da la oportunidad de tranquilizarse. Si se trata de una rabieta destructiva, es posible contenerle físicamente mediante una actitud firme. Con ambas maneras, el niño entenderá que las rabietas suponen consecuencias negativas.

2.      No razonar con un/a niño/a si está en plena rabieta: ¿Habéis intentado hacer razonar a un adulto cuando está en su punto máximo de enfado? Difícil ¿Verdad? Si se le riñe o castiga físicamente en este momento, existe la posibilidad de aumentar la intensidad de la pataleta. Además, reaccionar con ira ante la ira del niño, sería como responder con otra rabieta por nuestra parte.

3.      Cuando ha pasado la rabieta: La importancia de este paso es fundamental. Si comprenden el por qué de las consecuencias negativas de la rabieta, surgirá más efecto y descenderá su frustración. Es aconsejable seguir los siguientes pasos:

1.      Elogiar el hecho de haberse tranquilizado en la habitación donde ha permanecido aislado.

2.      Decir que entendéis sus sentimientos y poner palabra a sus sentimientos para que aprendan a expresarlo poco a poco

3.      Expresar vuestro sentimiento de enfado por X motivo

4.      Explicar que la rabieta no es el modo adecuado para resolverlo y no está permitida

5.      Proponer juntos una alternativa

 
IMPORTANTE: No se le puede quitar a un niño una forma de actuar sino se le genera otra alternativa. Porque si no… ¿Cómo se expresa?


4.      Servir como modelos para los más pequeños. Si en casa se practica un ambiente de gritos, enfados y descontrol, los niños lo copiarán. Hay que recordar que los hijos encuentran en los más mayores una gran fuente de habilidades para afrontar el día a día.

En algunos casos, los niños protagonizarán rabietas en lugares públicos ya que tienen bien sabido que delante de otras personas no se les va a ignorar como en casa. En este caso, es aconsejable sacarlo del recinto hacia un lugar más tranquilo para aplicar las técnicas mencionadas anteriormente.

Es importante tener en cuenta que algunas rabietas son inevitables y se presentan en la vida de todo niño. Una intervención adecuada proporcionará que el niño crezca aprendiendo, entre otras cosas, a tranquilizarse y a aumentar su tolerancia a la frustración.

De todos modos, debemos estar atentos si las rabietas se hacen muy frecuentes e incontrolables. En este caso, sería aconsejable buscar ayuda profesional.

 

 

2 comentarios:

  1. Cuando a los niños un poco mayores (7-10 años), se les da por hacer rabietas en público, muchas veces los padres refuerzan esas rabietas, comprándoles lo que piden o haciéndoles todo el caso del mundo. Quizá a veces sea mejor dejarlos solos con su rabieta y retirarse, para quitar los reforzadores.

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  2. Estoy de acuerdo contigo, Carlos. Y en el lado opuesto, están los padres que no quieren escuchar el enfado de sus hijos aumentando la rabieta y consiguiendo que llegue a su máxima intensidad con un guantazo. El niño no aprende por qué debe callarse pero el padre hace respetar su autoridad con un: "porque yo lo digo".

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