Esta semana
os voy a hablar de nuestro niño interior. El texto en cursiva está extraído del
libro AT HOY: Una nueva introducción al Análisis Transaccional de Ian
Stewart y Vann Joines. Si os interesa profundizar en este tipo de psicoterapia,
os lo recomiendo.
Imagina que estoy en el estado del YO
NIÑO. Me comporto, pienso y siento como solía hacerlo en mi infancia.
Durante mucho tiempo cuando era niño,
me adapté a las demandas de mis padres o figuras parentales. Lo aprendí para
poder arreglármelas, mejor ser educado con los vecinos incluso cuando no me
gustaban demasiado. Cuando necesité limpiarme la nariz, utilicé el pañuelo en
vez de la manga, incluso cuando habría sido más cómoda la manga. En mi vida,
muy pronto, entendí que mi padre me quería más cuando estaba callado, entonces
cuando él estaba, la mayor parte del tiempo estaba callado. Mi madre quería que
riera y parecía que no quería que llorara o me enfadara. Así que cuando estaba
con mi madre, reía casi todo el tiempo, incluso cuando a veces estaba triste y
quería llorar o estaba enfadado y quería gritarle.
En la
adultez, podemos comportarnos como esta parte de nuestra infancia para agradar
a personas que son importantes para nosotros. En este caso, estaríamos en el YO NIÑO ADAPTADO SUMISO. Es posible
que, en la actualidad, sepamos que contar cómo nos sentimos es totalmente
lícito pero, cuando nos sentimos tristes decidimos callarnos y aparentar feliz
para no llamar la atención tal y como nos decían nuestras figuras paternas. El
niño adaptado sumiso puede ser positivo
si acepta las normas del día a día y negativo
si tiene baja autoestima y se deja amedrentar por los demás.
Hubo otros tiempos en mi infancia en
los que me rebelé contra estas normas y expectativas que mis padres parecían
estar estableciendo para mí. Cuando mi padre se giraba y me daba la espalda,
ponía caras groseras a la niña pequeña de los vecinos de la puerta de al lado.
Y cuando estaba solo a veces me secaba la nariz en la manga, sólo porque estaba
tan cansado de utilizar aquel pañuelo. Incluso había días en los que me sentía
tan mal por tener que reír siempre cuando mi madre estaba allí, que me
preocupaba por enfurruñarme todo el día, sólo para mostrárselo.
Cuando me comportaba así, era como si
cogiera las normas de mis padres y les diera la vuelta. En lugar de adaptarme a
sus expectativas, hacía todo lo contrario que podía.
Cuando brota
nuestro yo más rebelde en la actualidad, estamos actuando con nuestro YO NIÑO ADAPTADO REBELDE. De esta
manera, si de niños hemos aprendido
que enfurruñándonos obtenemos atención de nuestra madre, en la adultez podemos
sorprendernos enfadándonos para conseguir esa atención sin pararnos a pensar en
si realmente la situación nos ha enfadado o no. La parte positiva la encontramos cuando luchamos por las injusticias,
mientras que la parte negativa se
opone a la autoridad sin raciocinio.
Durante mi infancia hubo momentos en
los que me comporté de forma independiente de la presión parental. En esos
momentos, ni me adaptaba a las expectativas de mis padres ni me rebelaba contra
ellos. Sólo actuaba como yo quería. Cuando mi ratón mascota murió, lloré porque
estaba triste. Cuando mi hermana me daba un empujón, me enfadaba y le devolvía
el empujón. Disfrutaba durante horas leyendo historias y aprendiendo cómo hacer
puzles. No por complacer a mis padres sino por mí mismo.
En este
momento, nos encontramos en el YO NIÑO
LIBRE. El niño libre puede ser tanto positivo como negativo. La parte positiva la podemos encontrar
en personas que, tras una infancia en la que no han podido ser niños (por
ocuparse de otras personas física o emocionalmente) o en la que no han podido
mostrar sus sentimientos tal y como comentaba en el niño adaptado sumiso. En la
adultez, tienden a reprimir sus sentimientos pudiendo llegar a estados ansiosos
y/o depresivos. Es entonces, cuando empiezan la terapia y se permiten contar lo
que sienten, cuando sacan toda la rabia, dolor, tristeza, etc. que no han podido
sacar nunca y el niño libre positivo entra en acción.
La parte negativa del niño libre, puede mostrarse en situaciones
socialmente no aceptadas como eructar en una cena importante o conducir a
máxima velocidad o mirando el móvil en una ciudad con mucho tránsito.
Os propongo
una actividad:
¿Sabríais decir si en las últimas 24h
os habéis comportado con el YO NIÑO LIBRE, ADAPTADO SUMISO o ADAPTADO REBELDE?
¿En qué situaciones?
Muy bueno. Me encanta leerte.
ResponderEliminarGracias!!
Me alegra que te guste ;) Gracias a ti por leerme y comentar :)
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