"Todos los días la gente se arregla el cabello,
¿Por qué no el corazón?"

miércoles, 19 de marzo de 2014

Mi Yo Niño ha hablado

Esta semana os voy a hablar de nuestro niño interior. El texto en cursiva está extraído del libro AT HOY: Una nueva introducción al Análisis Transaccional de Ian Stewart y Vann Joines. Si os interesa profundizar en este tipo de psicoterapia, os lo recomiendo.
Imagina que estoy en el estado del YO NIÑO. Me comporto, pienso y siento como solía hacerlo en mi infancia.
Durante mucho tiempo cuando era niño, me adapté a las demandas de mis padres o figuras parentales. Lo aprendí para poder arreglármelas, mejor ser educado con los vecinos incluso cuando no me gustaban demasiado. Cuando necesité limpiarme la nariz, utilicé el pañuelo en vez de la manga, incluso cuando habría sido más cómoda la manga. En mi vida, muy pronto, entendí que mi padre me quería más cuando estaba callado, entonces cuando él estaba, la mayor parte del tiempo estaba callado. Mi madre quería que riera y parecía que no quería que llorara o me enfadara. Así que cuando estaba con mi madre, reía casi todo el tiempo, incluso cuando a veces estaba triste y quería llorar o estaba enfadado y quería gritarle.
En la adultez, podemos comportarnos como esta parte de nuestra infancia para agradar a personas que son importantes para nosotros. En este caso, estaríamos en el YO NIÑO ADAPTADO SUMISO. Es posible que, en la actualidad, sepamos que contar cómo nos sentimos es totalmente lícito pero, cuando nos sentimos tristes decidimos callarnos y aparentar feliz para no llamar la atención tal y como nos decían nuestras figuras paternas. El niño adaptado sumiso puede ser positivo si acepta las normas del día a día y negativo si tiene baja autoestima y se deja amedrentar por los demás.
Hubo otros tiempos en mi infancia en los que me rebelé contra estas normas y expectativas que mis padres parecían estar estableciendo para mí. Cuando mi padre se giraba y me daba la espalda, ponía caras groseras a la niña pequeña de los vecinos de la puerta de al lado. Y cuando estaba solo a veces me secaba la nariz en la manga, sólo porque estaba tan cansado de utilizar aquel pañuelo. Incluso había días en los que me sentía tan mal por tener que reír siempre cuando mi madre estaba allí, que me preocupaba por enfurruñarme todo el día, sólo para mostrárselo.
Cuando me comportaba así, era como si cogiera las normas de mis padres y les diera la vuelta. En lugar de adaptarme a sus expectativas, hacía todo lo contrario que podía.
Cuando brota nuestro yo más rebelde en la actualidad, estamos actuando con nuestro YO NIÑO ADAPTADO REBELDE. De esta manera, si de niños hemos aprendido que enfurruñándonos obtenemos atención de nuestra madre, en la adultez podemos sorprendernos enfadándonos para conseguir esa atención sin pararnos a pensar en si realmente la situación nos ha enfadado o no. La parte positiva la encontramos cuando luchamos por las injusticias, mientras que la parte negativa se opone a la autoridad sin raciocinio.
Durante mi infancia hubo momentos en los que me comporté de forma independiente de la presión parental. En esos momentos, ni me adaptaba a las expectativas de mis padres ni me rebelaba contra ellos. Sólo actuaba como yo quería. Cuando mi ratón mascota murió, lloré porque estaba triste. Cuando mi hermana me daba un empujón, me enfadaba y le devolvía el empujón. Disfrutaba durante horas leyendo historias y aprendiendo cómo hacer puzles. No por complacer a mis padres sino por mí mismo.
En este momento, nos encontramos en el YO NIÑO LIBRE. El niño libre puede ser tanto positivo como negativo. La parte positiva la podemos encontrar en personas que, tras una infancia en la que no han podido ser niños (por ocuparse de otras personas física o emocionalmente) o en la que no han podido mostrar sus sentimientos tal y como comentaba en el niño adaptado sumiso. En la adultez, tienden a reprimir sus sentimientos pudiendo llegar a estados ansiosos y/o depresivos. Es entonces, cuando empiezan la terapia y se permiten contar lo que sienten, cuando sacan toda la rabia, dolor, tristeza, etc. que no han podido sacar nunca y el niño libre positivo entra en acción.
La parte negativa del niño libre, puede mostrarse en situaciones socialmente no aceptadas como eructar en una cena importante o conducir a máxima velocidad o mirando el móvil en una ciudad con mucho tránsito.


Os propongo una actividad:

¿Sabríais decir si en las últimas 24h os habéis comportado con el YO NIÑO LIBRE, ADAPTADO SUMISO o ADAPTADO REBELDE? ¿En qué situaciones?

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