La semana
pasada os hablé de los beneficios de la escritura terapéutica a nivel personal
y terapéutico. Si no leísteis la entrada, podéis hacerlo pinchando aquí. Hoy,
me centro en explicaros cuáles son los beneficios de la escritura terapéutica
en la enseñanza y en la enfermedad.
La escritura se
puede utilizar como recurso en la
enseñanza. Los destinatarios ideales para este tipo de actividad
son los alumnos de Secundaria y, en algunos casos, los del último ciclo de E.
Primaria.
Los profesores no tienen únicamente
la posibilidad de transmitir conocimientos a sus alumnos sino que también pueden favorecer
que contacten con ellos mismos, se acepten, se valoren y descubran cuáles son
sus recursos personales para afrontar sus problemas. Hay muchas estrategias
diferentes que pueden conseguir estos objetivos y entre ellas se encuentra la
escritura terapéutica.
¿Por qué es tan adecuada esta
práctica en el aula?
Porque, entre otras cosas, los alumnos están muy familiarizados con la
escritura, los textos, la lectura, etc. y es una buena forma de que
reflexionen, tomen perspectiva y aumenten su creatividad con un medio en el que
se sienten seguros.
¿Cómo se pueden integrar los
ejercicios de escritura terapéutica en el aula? En la clase de tutoría como medio
para que los alumnos se conozcan a sí mismos y trabajen aspectos inconclusos de
sus vidas o, en la clase de Lengua y Literatura para trabajar la escritura de
textos poéticos y en prosa pero con un contenido que, además, trabaja a nivel
interno.
La escritura también puede utilizarse como recurso en la enfermedad.
La escritura ayuda en la curación tanto a nivel psicológico como físico. Cuando
escribimos se activan los dos hemisferios cerebrales que, cuando se
interrelacionan, ayudan a la regulación del sistema límbico y aumenta el
equilibrio emocional.
James W.
Pennebaker afirma que el hecho de guardar en nuestro interior hechos
traumáticos o que nos suponen emociones negativas hace que sintamos un mayor
nivel de estrés, lo que produce consecuencias negativas en nuestro cuerpo. Por
tanto, partiendo de esta base, la
liberación de esos pensamientos y hechos traumáticos reduciría el estrés
disminuyendo el ritmo cardíaco y provocando cambios positivos en un gran número
de leucocitos. De esta forma, el sistema inmunológico sería más eficaz y,
por tanto, podríamos afrontar las infecciones con un mejor pronóstico.
¿Significa esto que la escritura
terapéutica es capaz de curar enfermedades? No. No se puede utilizar como único método para
mejorar psíquica y físicamente, pero sí es un buen complemento como tratamiento
para la prevención y mejora de estados de salud.
¿Todo el mundo puede utilizar la
escritura terapéutica para sentirse mejor? Sí. Como ya comenté la semana pasada, no es necesario
ser Calderón de la Barca para trabajar con la escritura. Pero, no olvidemos,
que sólo aquellas personas que estén dispuestas a emocionarse haciéndolo, serán
las que puedan disfrutar de los efectos positivos de la escritura.
Si os
interesa la escritura terapéutica podéis encontrar muchos ejercicios en el
libro de Reyes Adorna, Practicando la escritura terapéutica.
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