¿Existe
realmente algo que a los estudiantes les suena a fantasía? ¿Se puede estudiar
menos y aprobar más? Sí, se puede. Pero ¡ojo! No nos engañemos. No se trata de
llegar a un examen sin estudiar y pensar que se va a aprobar. Si lo hacemos,
sufriremos después una decepción.
De lo que os
hablo es de las técnicas de estudio.
Esas herramientas olvidadas que se dan en algunos
colegios a finales de la enseñanza secundaria obligatoria o incluso en el
bachiller.
Las técnicas
de estudio nos sirven para organizarnos,
para recoger lo importante, para memorizar con menos esfuerzo y para repasar mucho más rápido con la misma eficacia. Son habilidades
que, por todos los aspectos positivos que conllevan, es aconsejable que se aprendan tanto a nivel preventivo como si hay
problemas en el rendimiento académico o, incluso, cuando la
motivación brilla por su ausencia. No nos olvidemos que las técnicas de
estudio nos ayudan a estudiar mejor y, por
tanto, si se llevan a cabo adecuadamente, tardaremos menos tiempo en alcanzar
los objetivos de estudio.
¿En qué consisten las técnicas de
estudio? En adquirir
las siguientes habilidades:
Velocidad lectora: Si aprendemos a leer más rápido, necesitaremos dedicarle menos tiempo a la lectura
que queremos memorizar.
Comprensión lectora: En la mayoría de los casos nos
encontramos que las dificultades en el rendimiento académico vienen dadas por
una escasa comprensión lectora. Es lógico. Si
no entendemos lo que leemos, difícilmente podremos estudiar dando sentido a
lo que leemos. Es entonces cuando ocurre algo típico en bastantes estudiantes:
Estudiar de memoria, de carrerilla, como un papagayo, etc. Esto es una tarea
muy difícil. Es comprensible que no les guste estudiar de ese modo. Dedican un
esfuerzo tremendo a repetir cosas en un idioma que no entienden. Desmotivador ¿no?
Subrayar: Es una de las tareas más importantes del estudio junto a las
anteriores. Si no sabemos diferenciar
cuál es la información importante de la que es prescindible, acabaremos
estudiándonos todo el temario que entra para el examen. Y, al igual que en la
comprensión lectora, estudiar tanta información es una tarea complicada.
Además, es probable que se nos olvide información, incluida la más importante y
por la que bajarán considerablemente los puntos de un examen.
Resumen: Consiste en escribir únicamente la
información subrayada pero muy importante, con nuestras palabras. De esta forma, además de haber reducido la
información a estudiar tratando lo subrayado, trabajamos la comprensión lectora
al escribirlo con nuestras palabras. También mejora la escritura, la redacción y
el vocabulario.
Esquemas, cuadros sinópticos y mapas
conceptuales: Son
distintas técnicas que nos ayudan a organizar la información aprendida y
visualizarla rápidamente. Potencian la memoria visual, ayudan a comprender la
información y facilitan el repaso notablemente.
Pero las
técnicas de estudio no se basan
únicamente en el trabajo con los libros y en casa. También podemos aprender
a:
Atender más en clase y aprovechar esas horas que son
obligatorias para comprender la información y que nos sea más fácil a la hora
de estudiar.
Emplear distintas formas a la hora de
estudiar: recitar, escribir, explorar toda la hoja, preguntar, etc. Organiza
Cómo preparar un examen y qué aspectos tener en cuenta en el
mismo momento de hacerlo.
Cómo organizarse el estudio y el
tiempo libre tanto
para las personas que dedican muy poco tiempo al estudio como para las personas
que dedican todo su tiempo a ello.
Mejorar la memoria y, para casos concretos, manejar la ansiedad en los exámenes. No
hay nada que frustre más a un estudiante que dedicar tiempo de su vida para
estudiar un examen, ponerse nervioso y quedarse en blanco.
Por estos
motivos, considero realmente aconsejable
el aprendizaje de técnicas de estudio desde edades tempranas hasta
universitarios. Se trata de facilitar el día a día de los estudiantes y…
¿quién no querría una ayuda?
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