"Todos los días la gente se arregla el cabello,
¿Por qué no el corazón?"

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Carta a mi miedo al abandono

Esta semana comparto con vosotros una carta muy interesante. Esta carta la ha escrito una persona que tiene miedo al abandono y, desde su perspectiva, podemos empatizar con estas personas desde un punto más personal e íntimo dejando a un lado todas las descripciones negativas que se cuentan sobre aquellos que sufren este miedo tan potente y desolador. La carta dice así:
 
 
Hola, llevaba tiempo sin saber de ti. Parece ser que eso te ha molestado y ha hecho que vuelvas a mí con fuerza. Imagino que abandonarte cuando eres el miedo al abandono, no te ha hecho ninguna gracia.
 
He vuelto a sentirte como un gran nudo en mi pecho que me oprime. Como si no cogieras dentro y estuvieras empujando mi diafragma hacia abajo. Siento que tu miedo a que me olvide de ti consigue que te hagas grande e intenso para llamar mi atención y, cuando lo consigues, eres tan grande que me cuesta pensar en otra cosa.
 
He de decirte que me resulta muy difícil luchar contra ti. Cuando eres tan fuerte pero estás tan feliz de que te haga caso y te cuide, me das un chute de energía tan grande que no quiero olvidarte nunca. Sólo tú me proporcionas ese sentimiento tan gratificante.
 
El problema viene cuando te asustas. Te asustas tanto que me asustas a mí y no puedo ver con claridad cuáles son las distintas posibilidades de solucionar el problema. Me hundo contigo, me atrapas, me haces sentir tanto que anulas cualquier pensamiento racional que pueda tener al respecto.
 
Es entonces cuando la gente empieza a definir mi comportamiento (porque es lo único que ellos pueden ver). Me analizan, me describen y empiezan a escribir en distintos manuales y páginas en Internet que me convierto en una persona pegajosa, asfixiante e incluso manipuladora. Me da tanta rabia que me vean así… Y en cierta parte, sé que puedo convertirme en eso. Por eso te escribo hoy, para decirte que no me gusta que me hagas ser así. No quiero ser así por tu culpa.
 
He estado leyendo, escuchando y aprendiendo. He entendido que tú naciste en mí desde mis experiencias tempranas, cuando mis figuras de apego no consiguieron darme la seguridad que necesitaba. A veces me atendían y a veces no. Y, como dicen por ahí, si me hacen caso siempre, mi necesidad se cubre más rápido que si me dan aquello que necesito gota a gota. Y, en mi caso, solían hacer lo segundo.
 
Otras personas dicen que el problema viene cuando las figuras de protección son las mismas que las que nos hacen daño. Quizá cuando era pequeña y tenía un problema, acudía a pedir ayuda a mis figuras de protección pero, justo en ese momento, eran las que me hacían daño y esto me provocaba una emoción tan intensa que no podía pensar otra posible forma de solucionarlo, conviviendo con esa intensidad negativa durante un largo período de tiempo.
 
Con todas estas explicaciones quiero decirte que ya sé por qué me quieres tanto. Ya sé por qué te gusta vivir en mí. Cuando pienso esto más de una vez y tú estás medianamente tranquilo, me ayudo a mí misma a poder reaccionar cuando estás en esa versión rebelde que tanto me mata. No consigo que dejes de hacerme daño pero dejo de hacer todos esos comportamientos que la gente ve y con los que me describen como parte de un trastorno. ¿Sabes por qué pasa esto? Porque con estos motivos te ayudo a que te entiendas tú también. Te ayudo a saber que naciste por una necesidad que no se cubrió en su momento y que estás en un bucle del que no sabes que puedes salir, pero puedes salir porque esa necesidad en la actualidad es irreal. Ya no dependes de nadie tanto como cuando eras pequeño. Ya no necesitas comprobar que no te van a abandonar porque eres capaz de vivir por tu cuenta. Puedes vivir sin mí.
 
Por tanto, sólo quería que supieras que esta no será mi última carta, no te preocupes. Te escribiré otra vez, pero será para contarte cómo conseguí dejar de vivir contigo. Me has acompañado durante mucho tiempo y me has ayudado a poner en marcha herramientas cuando no tenía otras. Pero ahora, ya de adulta, creo que nuestros caminos se pueden separar. Espero que te vaya muy bien en la vida y recuerdes lo que vivimos juntos, pero también espero que seas feliz sin mí al igual que yo aprenderé a serlo sin ti.
 
 
Un beso,
 
 
La persona que ha puesto voz y actos a tus sentimientos durante tantos años.


 

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