¿Quién no ha
sentido tristeza, felicidad, tranquilidad o pura energía escuchando música?
Esta semana en ¿Te atreves? os hablo de los efectos de la música a nivel
psicológico y por eso, en esta entrada del blog, os concreto diferentes formas de introducir
la musicoterapia o la música a nivel general, en el ámbito hospitalario y
psicológico.
La música
y/o musicoterapia en el ámbito hospitalario:
1. Distracción: Si,
durante un procedimiento médico, ponemos la atención en otra cosa, se reducirá la sensación de miedo, dolor, angustia o
ansiedad. Walworth (2005), observó que, en pediatría, la música reducía los
llantos y la angustia típica de los procedimientos médicos hasta el punto de
poder prescindir, en muchos casos, del uso de anestesia.
2. Reorientación en fase postoperatoria: Cepeda, Carr, Lau y Álvarez (2009), observaron que
los pacientes que escuchaban música después de dos horas tras una intervención quirúrgica,
necesitaban 1mg menos de morfina que los que no escuchaban música. Y, un día
después, necesitaban hasta 6mg menos, lo que no significa que se utilice la
música como único analgésico.
3. Reducción de la ansiedad: Cuando escuchamos música, nuestros ritmos cardíaco y
respiratorio se sintonizan con el ritmo de lo que estamos escuchando. Por
tanto, al reducir las constantes vitales, se puede reducir el estrés.
4. Mejora del sistema inmunológico: En esta misma línea, el estrés influye negativamente en el
sistema inmune. Por lo que, si reducimos el estrés, nuestro sistema inmune se
verá beneficiado.
5. Problemas digestivos: Hallaron que la estimulación con música de Mozart disminuía las
secreciones gástricas en personas con úlceras de estómago llegando, en algunos
casos, a su completa normalización.
6. Duelo: El uso
de la música puede contribuir al proceso emocional en pacientes en su última
etapa de vida.
7. Distrofia muscular y otras dificultades de movilidad: Si se quiere trabajar a nivel
físico, se puede ejercitar el tono muscular con la manipulación de
instrumentos.
8. Alzheimer: La
actividad musical fomenta la comunicación entre los participantes y, a nivel fisiológico,
Kumar et al., (1999) descubrió que la musicoterapia incrementaba la melatonina,
regulando la activación corporal generando un mayor nivel de calma y de
relajación.
9. Parkinson: Cosgriff
(1988) halló que modificando la música lograba avances en distintos movimientos
y reducía los temblores típicos de esta enfermedad. La música a utilizar debe
ser con una estructura rítmica fuerte.
10. Daño cerebral adquirido: Los usos de la musicoterapia en este contexto pueden ser la
estimulación rítmica para la realización de tareas motoras, el canto para la
mejora del lenguaje, reducir el aislamiento social y propiciar el uso de
habilidades sociales.
La música
y/o musicoterapia en el ámbito psicológico:
1. Depresión y Ansiedad: Puede utilizarse la música para expresar sentimientos, fomentar el
autoconocimiento o para provocar cambios en el estado de ánimo con canciones
que induzcan a la relajación o estados más positivos.
2. Trastorno de estrés postraumático: Levine (1992) afirmó que el área de Broca, responsable del
lenguaje, no está activo en las neuroimágenes de pacientes traumatizados. Por
el contrario, Bremner et al., (1992) observó que la amígdala sí está trabajando
en el hemisferio derecho. La musicoterapia ha mostrado ser efectiva en casos de
soldados que sufrían estrés postraumático así como en casos de mujeres abusadas.
3. Trastorno límite de la personalidad: La intervención se centra en regular la expresión de
las emociones canalizándola de una manera adecuada. Mediante los distintos
tipos ritmo de las canciones se puede lograr un mayor autocontrol y estabilidad
emocional, aspecto clave en este tipo de trastorno.
4. Autoestima: Si
se acepta todo tipo de creación incondicionalmente, las personas implicadas verán
favorecida su autoestima. En este caso, la tarea del musicoterapeuta es hacer
consciente cualquier intento de autocrítica a la composición musical de un
participante.
5. Identificación y manejo de emociones: Cuando se trabajan aspectos internos e íntimos desde
un plano simbólico como es la música, los clientes tienen la percepción de una
menor amenaza y son más colaborativos a la hora de trabajar. Aspectos como la intensidad, el tempo y el seguimiento
de un patrón rítmico pueden favorecer la autorregulación.
6. Habilidades sociales: Comunicarse en el grupo musical supone empezar una conversación,
aprender a expresarse frente al grupo, autorregular la intensidad a la hora de
tocar un instrumento, coger diferentes roles (protagonista, acompañante…).
Desde este plano también se puede trabajar la empatía comprendiendo lo que cada
persona siente a través de la música.
Si os ha
gustado esta entrada no dudéis en haceros con el libro del que he recopilado
toda esta información: Introducción a la musicoterapia, de Miriam Lucas Arranz
;)
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