"Todos los días la gente se arregla el cabello,
¿Por qué no el corazón?"

miércoles, 19 de noviembre de 2014

¿Por qué me cuesta tanto entender y perdonar a mis padres?

Adentrándome en el mundo interno del apego descubrí a Peter Fonagy, una persona capaz de juntar dos mundos aparentemente tan diferentes como son el psicoanálisis y la neurociencia.
 
Pero si quiero hablaros del apego basándome en Peter Fonagy, es necesario que primero os explique el concepto de mentalización. La mentalización es similar a la metacognición (proceso en el que pensamos sobre cómo pensamos) y la empatía (pensar y sentir como la otra persona) pero con matices diferentes. La empatía consiste en pensar y sentir como la otra persona mientras que la mentalización se basa en saber lo que piensa y siente la otra persona únicamente. Hay dos tipos de mentalización:
 
1.      Implícita: Aprendida por intuición en conversaciones sociales, emociones, etc. Ej. Saber anticipar los movimientos de los demás conductores mientras se circula.
 
2.      Explícita: Típico de la terapia y del trabajo del psicólogo de hacer consciente lo inconsciente poniendo palabras a los sentimientos. Ej: Los conocimientos que aprendo para aprobar el examen de conducir.
 
Cuando mentalizamos se activan varias zonas del cerebro. El área paracingulada, el surco temporal postero-superior y la encrucijada témporo-parietal, la amígdala y los polos temporales.
 
En adultos con una historia de trauma en el apego durante la infancia, a veces falla la capacidad para concebir cómo piensan o sienten las personas. Hay un fracaso en la mentalización. Por ejemplo, puede darse la situación de que un paciente presione al terapeuta para que muestre evidencia de preocupación por él ofreciéndole sesiones de más o permitiéndole llamadas telefónicas entre sesiones como pruebas materiales de compromiso por su limitada capacidad para percibir este interés en las que otras personas no encontrarían ninguna razón para dudar de ello. Y quien dice relación de terapeuta-paciente, dice relación de pareja, relación de amistad, relación laboral…
 
Jonh Bowlby, otro maestro del apego, afirma que el trauma dificulta la exploración y activa los lazos afectivos. Nos sentimos angustiados y queremos que nos abracen. El apego cumple funciones del desarrollo muy importantes más allá de la protección física. Algunas de las más importantes son la regulación del estrés y los afectos, el control de la atención y el desarrollo de la capacidad para mentalizar. Cuando en la infancia encontramos relaciones de apego problemáticas, se debilitan estas funciones incluyendo la mentalización.
 
 
En dos estudios por imágenes, Bartels y Zeki  (2000, 2004) descubrieron que, cuando las áreas cerebrales que median en el apego se activan, las regiones encargadas de los juicios sociales y la mentalización se inhiben. Por tanto, ante un estado de apego emocional muy intenso, la mentalización quedaría desactivada imposibilitando el saber cómo piensan y sienten los demás. Es por esto por lo que es tan difícil comprender los estados mentales de las figuras de apego.
 
Un campo de entrenamiento ideal para desarrollar la mentalización es el apego. Éste es seguro y no es competitivo. El problema se da cuando hay un trauma en este campo de entrenamiento, cuando hay un trauma en el apego. Cuando la persona con una relación de apego desadaptativo se siente mal, pide ayuda a sus figuras de apego pero no la puede recibir porque esas personas son las que le están haciendo daño. En ese momento vive una emoción muy intensa que no puede eliminar porque nadie puede solucionar el problema. A esto se le suma que, a mayor activación, menor capacidad de mentalización creando un círculo vicioso. Si tengo esa emoción tan intensa por no poder solucionar el problema me es imposible mentalizar y, si no consigo mentalizar, no puedo solventar el problema y necesito a mis figuras de apego, quienes no me ayudan y me crean esa emoción tan intensa.
 
Cuando pensamos en todos los problemas que hemos tenido con nuestros padres durante nuestra vida, revivimos las emociones que vivíamos entonces de manera que sufrimos como si volviera a pasar. Percibimos un peligro constante.
 
Por eso es tan importante que los psicólogos y terapeutas ofrezcamos una nueva figura de apego con la que se puedan sentir seguros y protegidos, para aumentar su capacidad de mentalización y así encuentren las herramientas necesarias para solucionar los problemas que les traen a consulta.
 
 
 

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