La muerte de alguien querido es, en
muchas ocasiones, un tema tabú entre los niños y temido entre los adultos. Lo vivimos de forma intensa. Tanto
por la persona que fallece si teníamos una relación íntima con ella como con
las personas que sufren durante el proceso de duelo. Es una situación que nos genera emociones negativas y ya hemos hablado en otras ocasiones de lo
poco preparados que estamos para
sobrellevarlas a pesar de ser necesarias en nuestro crecimiento vital.
Pero, si el
tema de la muerte es complejo en cualquier momento, se vuelve más difícil
cuando tenemos que abordarlo para un niño. Entre
los 6 y los 8 años, el concepto de la muerte es algo confuso. No entienden
con facilidad que una persona que fallece se ha ido para siempre y que no
volverá, por lo que pueden hacer
preguntas como “¿Cuándo va a volver papá?” o decir frases como “Cuando venga
mamá…”. Estos comentarios pueden complicar el duelo del niño o niña y
provocar una gran tristeza en los adultos.
Por esto y
por múltiples razones, es aconsejable
que se le transmita la idea de que la muerte es algo definitivo e irreversible
y que debe aceptarlo porque ya no se puede hacer nada para evitarlo. No se trata de tratar la situación con una
visión negativista y depresiva, sino de invitar al menor a que no se ancle en
el pasado y empiece a pensar en su futuro de forma activa: qué va a hacer
la familia después del fallecimiento, cómo se va a organizar, qué puede
cambiar, etc.
En cuanto a los sentimientos de los
adultos, es totalmente necesario que se muestre lo que se siente durante los
primeros momentos del duelo. Las personas necesitamos desahogarnos, que nos comprendan, que nos
abracen, que estén con nosotros en esos momentos tan difíciles. Por el contrario, es aconsejable que esos
momentos no se dilaten en el tiempo ya que somos las figuras que dan la
seguridad a los pequeños y necesitamos estar “bien” para ayudarles a pasar
por un momento tan difícil como este. ¿Significa
que debemos mentir a nuestros niños y aparentar estar bien? No. Pero
podemos transmitirle, aun con dolor, que la vida sigue y que estamos ahí para
ayudarles siempre que lo necesiten.
¿Es probable que el niño que ha
vivido una muerte cercana comience a tener miedo a la muerte? En niños de esta edad no es algo común. Con el paso del
tiempo, la muerte estará en su cabeza en la medida en la que salga ese tema de
forma repetitiva en la familia. Lo aconsejable es encontrar un punto medio
entre la idea de no insistir mucho en el tema de la muerte y la de no
ocultarlo.
*Información extraída del libro “La Educación de Nuestros Hijos” dirigido por Josefina Aldecoa.
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