Todos hemos visto alguna vez a algún niño pequeño llorando desconsoladamente
a las puertas del colegio y agarrado a su madre o a su padre negándose a entrar
a clase. Posiblemente, ese niño tenga ansiedad por separarse de la persona con
la que comparte un vínculo muy cercano. Es probable que ese niño o esa niña
tenga ansiedad por separación.
Particularmente, no soy partidaria de imponer etiquetas a las
personas que buscan ayuda profesional. Desde mi punto de vista, los nombres de “trastornos”
(una palabra muy estigmatizada) sirven a los profesionales de la salud como guía
para poner en marcha un tratamiento concreto. Las etiquetas son palabras que nos ayudan a resumir con compañeros de
trabajo, no para describir a las personas que tenemos delante.
Aun así, he querido transcribir la siguiente información. El trastorno de ansiedad por separación consiste,
según indica el DSM V, en:
“Miedo o ansiedad intensos persistentes relativos al hecho de
tener que separarse de una persona con la que le une un vínculo estrecho y que
se evidencia en un mínimo de tres manifestaciones clínicas centradas en
preocupación, malestar psicológico subjetivo, rechazo a quedar solo en casa o
desplazarse a otros lugares (escuela, trabajo, etc.) y/o presencia de
pesadillas o síntomas físicos ante la separación de esas figuras de vinculación
o su anticipación.”
Esta problemática se
trabaja, sobre todo, por los psicólogos infantojuveniles. El tratamiento
consiste, entre otros aspectos, en darle la seguridad necesaria al niño para
exponerse a la situación temida poco a poco hasta llegar a normalizarla y poder
enfrentarse a su día a día sin preocupación ni sentimientos negativos.
Pero, ¿qué pasaría si el tratamiento tuviera como foco principal el trabajo
con los padres en lugar de trabajar principalmente con el menor?
Las personas necesitamos las
relaciones y en una relación plena de contacto responsable, la persona
desarrolla ese centro de seguridad que le permite explorar y crecer. Si el apego entre un niño y sus figuras
parentales es adecuado, el niño podrá jugar y explorar alejándose de los padres
sin necesidad de permanecer todo el rato junto a ellos. Sabrá que sus
padres están aunque no los vea, sabe que aunque no estén en ese momento,
siempre están.
Pero ¿y si la relación de apego entre el niño y sus padres es insegura?
Bowlby y Ainsworth demostraron en sus investigaciones que, para que una relación de apego sea segura, no se necesita únicamente la
proximidad de los padres hacia el niño. Es determinante la responsividad de su
comportamiento. Los padres deben ser empáticos y sensibles ante las
necesidades del niño y responder adecuadamente a ellas de forma continuada.
Desde esta visión, la ansiedad por separación se da porque el niño
interpreta que el padre o la madre es inaccesible, no responsivo/a o experimenta
una ruptura en la comunicación mediante la negación de la palabra, amenazas de
abandono (“te voy a mandar a un internado”, “te voy a dejar en el contenedor”, “me
voy a ir y no voy a volver”), etc. Esta percepción hace que el
menor active su sistema de apego mediante el llanto. Necesita que sus figuras
parentales le salven de aquello que le atemoriza, de lo que percibe como amenaza.
Pero si sus padres no le dan la seguridad que necesita en momentos determinados
¿Quién lo va a hacer? Esta sensación de no poder protegerse ante el peligro es
la que provoca en ellos la angustia que, más tarde, demostrarán cada vez que se
separen de su padre o de su madre.
Estos miedos también se pueden experimentar en la adultez,
ante el miedo y la vulnerabilidad a que la pareja o una amistad importante no
esté disponible cuando lo necesitemos.
¿Cómo se puede trabajar la ansiedad por separación desde la
perspectiva del apego?
·
Trabajar con
los padres sobre sus estilos de apego (intrapersonal) y de comunicación
(interpersonal).
·
Trabajar con
los niños con estrategias centradas en la parte interpersonal.
·
Trabajar con
el adulto que sufre por la separación accediendo a los patrones de apego
que vivió cuando era pequeño, las emociones que ello conlleva y explorando las
distorsiones defensivas que afectan en sus relaciones.
me parece feo
ResponderEliminarHola Maria, ¿qué aspecto concretamente te parece feo?
Eliminarme parece feo
ResponderEliminarQue consejos les darías a las personas que padecen de este tipo de apego ya a su edad adulta?
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