"Todos los días la gente se arregla el cabello,
¿Por qué no el corazón?"

miércoles, 3 de junio de 2015

Duelo: Cómo ayudar y cómo NO hacerlo


El duelo es un proceso individual y complicado que se vive de forma diferente según la cultura, la sociedad, el género y la propia persona. Aun así, he querido compartir con vosotros algunos consejos generales sobre el tipo de ayuda que es aconsejable en momentos de duelo de otras personas para guiarnos en la difícil tarea de acompañar a nuestros seres queridos que están sufriendo por una pérdida.
 
Cosas que se aconsejan y no se aconsejan hacer cuando se ayuda a una persona que ha sufrido una pérdida
Cosas que NO se aconsejan hacer
Cosas que SÍ se deben hacer
Obligar a la persona que ha sufrido la pérdida a asumir un papel diciendo: “Lo estás haciendo muy bien”. Debemos dejar que la persona tenga sentimientos perturbadores sin tener la sensación de que nos está defraudando.
Abrir las puertas a la comunicación. Si no sabe qué decir, pregunta: “¿Cómo estás hoy?” O “He estado pensando en ti. ¿Cómo te está yendo?”
Decirle a la persona que ha sufrido la pérdida lo que “tiene” que hacer. En el mejor de los casos, esto refuerza la sensación de incapacidad de la persona y, en el peor, nuestro consejo puede ser “contraproducente”.
Escuchar un 80% del tiempo y hablar un 20%. Hay muy pocas personas que se tomen el tiempo necesario para escuchar las preocupaciones más profundas de otro. Sé una de ellas. Tanto tú como la persona que sufre la pérdida podéis aprender cosas en el proceso.
Decir “llámame si necesitas algo”. Este tipo de ofrecimientos indefinidos suele declinarse y la persona que sufre la pérdida capta la idea de que nuestro deseo implícito es que no nos llame.
Ofrecer ayudas concretas y tomar la iniciativa de llamar a la persona. Si además, respetamos la intimidad de la persona en duelo, ésta valorará nuestra ayuda concreta con las tareas de la vida cotidiana.
Sugerir que el tiempo cura todas las heridas. Las heridas de la pérdida no se curan nunca por completo y el trabajo del duelo es más activo de lo que quiere decir esta frase.
Esperar “momentos difíciles” en el futuro, con intentos activos de afrontar sentimientos y decisiones difíciles durante los meses que siguen a la pérdida.
Hacer que sean otros quienes presten la ayuda. Nuestra presencia y preocupación personal es lo que marca la diferencia.
“Estar ahí”, acompañando a la persona. Hay pocas normas para ayudar, aparte de la autenticidad y el cuidado.
Decir: “Sé cómo te sientes”. Cada persona vive el dolor de una manera diferente, por lo que lo mejor que podemos hacer es invitar a la persona a compartir sus sentimientos en lugar de dar por supuesto que los conocemos.
Hablar de nuestras propias pérdidas y de cómo nos adaptamos a ellas. Aunque es posible que esa persona en concreto tenga un estilo de afrontamiento diferente al nuestro, este tipo de revelaciones pueden servirle de ayuda. Pero ojo, nunca como la única ayuda. La persona afectada necesita sentirse escuchada.
Utilizar frases manidas de consuelo como: “Hay otros peces en el mar” o “Los caminos del Señor son insondables”. Esto sólo convence a la persona de que no nos preocupamos lo suficiente por entenderla.
Establecer un contacto físico adecuado, poniendo el brazo sobre el hombro del otro o dándole un abrazo cuando fallan las palabras. Es aconsejable aprender a sentirnos cómodos con el silencio compartido, en lugar de parlotear intentando animar a la persona.
Intentar que la persona se dé prisa en superar su dolor animándola a ocupar su tiempo, a regalar las posesiones del difunto, etc. El trabajo del duelo requiere tiempo y paciencia y no puede hacerse en un plazo de tiempo fijo.
Ser paciente con la historia de la persona que ha sufrido la pérdida y permitirle compartir sus recuerdos del ser querido. Esto fomenta una continuidad saludable en la orientación de la persona a un futuro que ha quedado transformado por la pérdida.

 
 
 
 
*Información extraída del libro “Aprender de la pérdida” de Robert A. Neimeyer.

 
 

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