Frases como “si tiene celos es porque me quiere” o “quien
bien te quiere te hará llorar” han estado presentes en la sociedad desde hace
muchos años y se siguen manteniendo en la actualidad hasta en la población
adolescente. Pero, ¿Son ciertas? ¿Sí? ¿No? Y si no, ¿Por qué siguen presentes
durante tanto tiempo?
Para responder a estas preguntas, voy a explicar en qué
consisten las caricias. Hace meses os conté lo que eran las caricias según el Análisis
Transaccional, podéis verlo pinchando AQUÍ. En resumen, las caricias son una unidad de reconocimiento, es el feedback tras un “hola”
de un vecino o una sonrisa a un bebé que vemos en la calle.
Y ¿Cómo funcionan las caricias? Las caricias tienen una batería que funciona en el siguiente orden:
1.Caricias Incondicionales Positivas (Te quiero)
2.Caricias Condicionales Positivas (Qué bien dibujas)
3.Caricias Condicionales Negativas (Qué mal te has portado)
4.Caricias Incondicionales Negativas (Te odio)
¿Qué significa esto?
Significa que las personas tendemos a buscar caricias incondicionales positivas
de las personas que nos importan. Buscamos que nos quieran por el mero hecho de ser y existir.
Si no las conseguimos haremos cosas para
que nos den caricias positivas: sacaremos buenas notas, estudiaremos,
seremos muy buenos en la empresa, un marido o una mujer atentos, un cocinero
extraordinario, etc. Pero ¿y si aun así
tampoco conseguimos que nos acaricien, que
nos den feedback, que nos hagan caso? Empezaremos a hacer cosas para que se
enfaden con nosotros y nos riñan. Es aquí donde los hijos pueden empezar a
tener un comportamiento problemático para captar la atención de sus padres o
parejas que discuten pero “al menos no se ignoran”. Y si, aun después de buscar caricias condicionales negativas todavía no
nos hacen caso, haremos todo lo posible para que nos odien, para que nos
tengan manía, pero que nos hagan caso, que signifiquemos algo para esa persona
tan importante aunque signifique serlo de forma negativa.
¿Cómo puede influir el
funcionamiento de las caricias en la permisión y justificación de los celos en
una relación? Una persona que se encuentra en una
relación celosa está recibiendo caricias condicionales negativas. Sufre el
enfado de la pareja si habla con determinadas personas, si se pone una ropa
concreta, si frecuenta lugares “amenazadores” como pubs o discotecas sin él/ella,
etc.
Ante esto, es posible que las personas cercanas se pregunten “¿Cómo
es posible que no se dé cuenta?”, “¿Cómo prefiere estar con él/ella si no es
feliz?”, “Ya no es el/la que era”, “es imposible hacerle ver la realidad, está
ciego/a”.
Tras formularnos estas preguntas podríamos pensar que las
personas y animales (investigaciones con grupos de ratas así lo demuestran)
necesitamos que nos hagan caso, significar algo para alguien ya sea de forma
positiva o negativa. No soportamos que nos ignoren y que no le importemos a
nadie. Pero, ¿Cómo es posible que si todos necesitamos caricias, unas personas
toleren ese tipo de relaciones y otras no? Entre varias posibilidades, podemos
centrarnos en las caricias que ha recibido esa persona a lo largo de su vida. Quizá no ha recibido caricias
incondicionales positivas y no se le ha querido tal y como es, quizá nunca ha
recibido caricias positivas en general porque solo le hacían caso cuando hacía algo
mal. Entonces, una persona a la que no le han querido positivamente, ¿cómo
va a pensar que querer es algo diferente a lo que está viviendo? No le han
enseñado que eso es posible.
Por mucho que lo pueda ver en otras parejas, la visión de que otro tipo de amor es
posible no es suficiente para romper el esquema que le han enseñado a lo largo
de toda su vida las personas más significativas para él o ella. Necesita
ser consciente de por qué lo permite y evaluar si quiere seguir permitiéndolo a
pesar de los costes psicológicos que ello conlleva.
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