Este lunes
pasado fue el Día
Internacional de la Lucha contra la Violencia de Género, un problema que
nos afecta desde hace muchísimo tiempo y que todavía se cobra la vida de muchas
personas. Un día como hoy me gustaría hacer mención a Amelia Valcárcel,
Catedrática de Filosofía Moral y Política de la UNED, autora de una decena de
libros y la que me enganchó en el XI Congreso de Violencia contra la Mujer aun
cuando mis expectativas eran bastante bajas por repetir ya más de cuatro años.
Me enseñó la violencia desde un punto de vista nuevo para mí, cogí tantos apuntes
como si un examen dependiera de ello y el resultado es esta entrada.
Ante todo, cabe destacar que el ser humano tiene una
capacidad de violencia brutal. No hay más que recordar las dos guerras
mundiales que han pasado. Pero, siendo positivos, la situación actual de violencia
es mucho más baja de la que el ser humano es capaz de utilizar a pesar de los
resultados negativos que nos encontramos, ocasionando un fuerte decrecimiento
de violencia en todas las sociedades.
Últimamente, un sector que presenta un alto índice de
violencia de género y el cuál nos sorprende, es el sector de los jóvenes (incluyendo los adolescentes).
Pero, ¿por qué nos sorprende que dicho sector se comporte así si es bien sabido
que los niños y jóvenes repiten lo que ven?
El aprendizaje de la masculinidad va
ligado a la violencia, hecho que perpetúa la repetición de patrones agresivos.
Durante la infancia, los niños y las niñas se relacionan por igual. Una vez
llegan a la preadolescencia, los niños tienden a separarse de las niñas. Esta
separación se aprende por la importancia del propio grupo: Nosotros somos
nosotros y no somos ellas. Entendiendo ellas como las chicas junto a los
chicos que no son de ese grupo, llegándolos a llamar “nenazas”. Pero entonces,
¿cuáles pueden ser las causas de la
violencia de género en jóvenes?
1. La interpretación de la violencia con
su cerebro inmaduro y no con el del adulto pasando por alto las consecuencias
nefastas de dicha situación
2. La integración de lo que han
aprendido como “normal”
Y, ¿por qué
se produce violencia, en mayor medida, contra la mujer? Una de las causas (dejando
a un lado el aprendizaje de una dictadura donde los hombres gozaban de derecho marital) que es visible para
cualquier persona, es la diferencia en las condiciones
físicas que hay entre hombres y mujeres. Ante el ataque físico de un
hombre, la mujer se ve en clara desventaja. Es aquí donde cobra sentido la
frase de “pero si era un hombre muy sociable y siempre saludaba”. Es posible
que el maltratador odie a su vecino, pero nunca se atreverá a decírselo. De
hecho, le saludará cada mañana en el ascensor. El maltratador sólo representa ese
rol con su pareja e/o hijos y usar la violencia contra alguien que no se puede
defender es de cobardes.
Cobardes,
que se convierten en héroes cuando se entregan después de matar a su víctima.
Pues, aunque todos coincidan públicamente en su arrepentimiento, una vez en la
cárcel muchos confiesan que lo volverían a hacer. Yo he cumplido por todos y por eso me
entrego. Esta especie de “seguridad” es la que existe en hombres que
generan violencia media (contacto físico) y extrema (muerte).
¿Pero qué
pasa con ellas? ¿Ante la total
dependencia económica, social y psicológica que el maltratador ha ejercido
sobre su pareja? Cómo lidiamos con convicciones tan claras y asombrosas como:
“Cuando me agobia es porque me quiere”
“Me estrecha contra la pared porque
me quiere y no sabe explicármelo” (pero si pesara lo mismo que él, buscaría otra manera de
quererle sin lugar a dudas).
Permiten la violencia media porque previamente han permitido
la violencia de baja intensidad (celos, chantajes, comentarios negativos, amenazas…).
Y, tanto en hombres como en mujeres, el aprendizaje cuenta
con una influencia increíble en esta situación. Los hombres aprenden por la
composición del grupo nombrada anteriormente, mientras que las mujeres aprenden
que es insoportable “el qué dirán”
los demás familiares, amigos y conocidos, además de que es normal que la mujer permita y aguante todas esas situaciones que no querrían para sus propios
hijos.
Por tanto,
si al principio comentaba que la situación actual era positiva, ahora concreto
que el siguiente objetivo es mejorar esta situación. No podemos tolerar más
víctimas de violencia de género en ninguno de sus tres niveles y de ninguna
forma. No podemos tolerar más muertes físicas ni mentales.