"Todos los días la gente se arregla el cabello,
¿Por qué no el corazón?"

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Violencia física y psico(i)lógica hacia la mujer

Este lunes pasado fue el Día Internacional de la Lucha contra la Violencia de Género, un problema que nos afecta desde hace muchísimo tiempo y que todavía se cobra la vida de muchas personas. Un día como hoy me gustaría hacer mención a Amelia Valcárcel, Catedrática de Filosofía Moral y Política de la UNED, autora de una decena de libros y la que me enganchó en el XI Congreso de Violencia contra la Mujer aun cuando mis expectativas eran bastante bajas por repetir ya más de cuatro años. Me enseñó la violencia desde un punto de vista nuevo para mí, cogí tantos apuntes como si un examen dependiera de ello y el resultado es esta entrada.
Ante todo, cabe destacar que el ser humano tiene una capacidad de violencia brutal. No hay más que recordar las dos guerras mundiales que han pasado. Pero, siendo positivos, la situación actual de violencia es mucho más baja de la que el ser humano es capaz de utilizar a pesar de los resultados negativos que nos encontramos, ocasionando un fuerte decrecimiento de violencia en todas las sociedades.
Últimamente, un sector que presenta un alto índice de violencia de género y el cuál nos sorprende, es el sector de los jóvenes (incluyendo los adolescentes). Pero, ¿por qué nos sorprende que dicho sector se comporte así si es bien sabido que los niños y jóvenes repiten lo que ven?
El aprendizaje de la masculinidad va ligado a la violencia, hecho que perpetúa la repetición de patrones agresivos. Durante la infancia, los niños y las niñas se relacionan por igual. Una vez llegan a la preadolescencia, los niños tienden a separarse de las niñas. Esta separación se aprende por la importancia del propio grupo: Nosotros somos nosotros y no somos ellas. Entendiendo ellas como las chicas junto a los chicos que no son de ese grupo, llegándolos a llamar “nenazas”. Pero entonces, ¿cuáles pueden ser las causas de la violencia de género en jóvenes?
1.      La interpretación de la violencia con su cerebro inmaduro y no con el del adulto pasando por alto las consecuencias nefastas de dicha situación
2.      La integración de lo que han aprendido como “normal”
Y, ¿por qué se produce violencia, en mayor medida, contra la mujer? Una de las causas (dejando a un lado el aprendizaje de una dictadura donde los hombres gozaban de derecho marital) que es visible para cualquier persona, es la diferencia en las condiciones físicas que hay entre hombres y mujeres. Ante el ataque físico de un hombre, la mujer se ve en clara desventaja. Es aquí donde cobra sentido la frase de “pero si era un hombre muy sociable y siempre saludaba”. Es posible que el maltratador odie a su vecino, pero nunca se atreverá a decírselo. De hecho, le saludará cada mañana en el ascensor. El maltratador sólo representa ese rol con su pareja e/o hijos y usar la violencia contra alguien que no se puede defender es de cobardes.
Cobardes, que se convierten en héroes cuando se entregan después de matar a su víctima. Pues, aunque todos coincidan públicamente en su arrepentimiento, una vez en la cárcel muchos confiesan que lo volverían a hacer. Yo he cumplido por todos y por eso me entrego. Esta especie de “seguridad” es la que existe en hombres que generan violencia media (contacto físico) y extrema (muerte).
¿Pero qué pasa con ellas? ¿Ante la total dependencia económica, social y psicológica que el maltratador ha ejercido sobre su pareja? Cómo lidiamos con convicciones tan claras y asombrosas como:
“Cuando me agobia es porque me quiere”
“Me estrecha contra la pared porque me quiere y no sabe explicármelo” (pero si pesara lo mismo que él, buscaría otra manera de quererle sin lugar a dudas).
Permiten la violencia media porque previamente han permitido la violencia de baja intensidad (celos, chantajes, comentarios negativos, amenazas…).
Y, tanto en hombres como en mujeres, el aprendizaje cuenta con una influencia increíble en esta situación. Los hombres aprenden por la composición del grupo nombrada anteriormente, mientras que las mujeres aprenden que es insoportable “el qué dirán” los demás familiares, amigos y conocidos, además de que es normal que la mujer permita y aguante todas esas situaciones que no querrían para sus propios hijos.
Por tanto, si al principio comentaba que la situación actual era positiva, ahora concreto que el siguiente objetivo es mejorar esta situación. No podemos tolerar más víctimas de violencia de género en ninguno de sus tres niveles y de ninguna forma. No podemos tolerar más muertes físicas ni mentales.

 

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