"Todos los días la gente se arregla el cabello,
¿Por qué no el corazón?"

miércoles, 13 de noviembre de 2013

¡Código rojo! ¡Adolescente en crisis!


Erikson definió 8 etapas de crisis en la vida de todo ser humano.
En esta entrada nos vamos a centrar en las crisis de una etapa algo complicada: la adolescencia.
 
El adolescente tiene dos crisis:
De identidad (identidad VS difusión): De pronto dejan de ser niños tanto física como emocionalmente. Por eso dejan de hacer todo lo que estaban haciendo (ya no les gusta su habitación, ya no le gusta la misma comida, crean nuevos amigos, cambian de estilo de ropa, dejan de ver a la abuela, dejan el conservatorio o los deportes porque eso formaba parte de su etapa de niños…). Por esta razón, es posible que tampoco quieran besos ni abrazos puesto que consideran que son cosas de niños.

De afirmación (no soy niño ni adulto, no sé lo que soy, pero no me trates como a un niño). El adolescente tiene un armazón de seguridad con un núcleo central, el YO. El YO aparece cuando se es pequeño y explota en la adolescencia. “Yo soy yo y soy autónomo e independiente así que yo decido lo que quiero hacer”. Ante esto, no es aconsejable que los padres les dejen hacer todo lo que quieran puesto que, a pesar de su apariencia segura, realmente no saben lo que quieren hacer a largo plazo. Sus pensamientos y sentimientos fluctúan constantemente. Ante todo, cabe destacar que esta etapa es sana ya que en ella se reafirman ante la autoridad (siendo algo rebeldes) y esto hará que, el en futuro, sean adultos seguros.
 
 
El adolescente tiene dos extremos: rebelde ß----------------------------à sutil.
Los dos intentan salirse con la suya pero con la diferencia de que uno genera conflicto (rebelde) y el otro no (sutil). El rebelde es más “escandaloso” pero el sutil puede generar más problemas ya que suele “torear” a los adultos (padre, madre, profesor, terapeuta…) afirmando a todo que sí y luego haciendo lo que quiere. A más inseguridad, más necesidad de reafirmarse tanto a modo de rebelde como sutil. Al rebelde hay que enseñarle a controlarse (trabajar impulsividad y autocontrol) y, en ocasiones, la rebeldía desaparece cuando desaparece la adolescencia. Al sutil hay que enseñarle a atreverse: opinar, decidir…

A partir de los 20 años aproximadamente, los jóvenes tienen la total potestad para decidir y actuar en función a sus creencias. Los padres pueden sugerir y aconsejar pero los jóvenes serán quienes decidan si harán caso o no a esos consejos y se responsabilizarán de sus propias consecuencias. Los jóvenes ya no ven a los padres como los ven los adolescentes, es decir, como alguien que va a decidir todo en sus vidas. Este sentimiento adolescente con respecto a sus padres es una de las razones por la que están a la defensiva convirtiéndose en adolescentes punzantes, adolescentes cactus.
 
 
 

 

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