"Todos los días la gente se arregla el cabello,
¿Por qué no el corazón?"

miércoles, 9 de julio de 2014

¡Que no haya ningún médico en la sala!

Seguro que, si no te pasa a ti, conoces a alguien cercano que se pone pálido como la nieve cuando oye que tiene que hacerse un análisis de sangre. Sí ¿Verdad? La fobia a la sangre, inyecciones y heridas (FSIH) o a las intervenciones quirúrgicas en general, es uno de los tipos de fobias más comunes.

 
 
En las fobias se da un miedo intenso y persistente, excesivo o irracional (los adultos reconocen que el miedo que tienen es exagerado o no tiene sentido) que aparece por la presencia de este tipo de estímulos (sangre, inyecciones, heridas, intervenciones…) o incluso ante la mera anticipación:
-          Oh Dios mío, tengo que hacerme un análisis de sangre y no quiero
-          Calla, calla, ni me lo nombres que me pongo malo/a
 
Al encontrarse delante del estímulo fóbico, la ansiedad aumenta considerablemente y de forma repentina pudiendo llegar a provocar un ataque de pánico. Por eso, es posible que estas situaciones se eviten provocando efectos negativos en la vida de la persona que la padece.
Lo que temen estas personas suele centrarse en desmayarse, perder el control, tener un ataque de pánico, hacer el ridículo y sufrir daño. Pero, también es muy común la aprensión a las sensaciones físicas que experimentan (mareo y náuseas) y la sensación de asco. El asco suele ser incluso mayor que el miedo. Se ha demostrado que los fóbicos a la sangre se caracterizan por ser susceptibles al asco.
Al encontrarse en la situación que temen, suelen experimentar taquicardia, palpitaciones, aumento de la presión sanguínea, se les acelera la respiración, muestran sudoración e incluso una menor actividad gastrointestinal. Y, de todos estos síntomas, los más frecuentes en este tipo de fobia son el mareo, el sudor, la palidez, las náuseas sin vómitos y el desmayo. En el caso de otro tipo de fobias, lo característico es que la presión sanguínea y el ritmo cardíaco aumenten. Pero, en la FSIH, primero ocurre esto y, acto seguido, caen rápidamente ambas cosas, lo que produce el desmayo. Pero, a pesar de ser característico, puede no darse esta respuesta en todas las personas con esta fobia.
 
¿Por qué ocurre esto? Las posibles causas son varias:
-          Tanto por la posibilidad de que el sistema nervioso autónomo sea inestable como por el factor herencia para desarrollar determinadas fobias.
 
-          Además, es más fácil tener miedo a los estímulos que suponen una amenaza para la supervivencia de la especie que a otro tipo de estímulos.
 
-          También se ha visto que hay estímulos que generan miedo en muchas personas desde el primer contacto sin necesidad de haber asociado ningún aprendizaje anteriormente.
 
-          Podemos asociar que la sangre, las inyecciones y las heridas son negativas tanto por experiencias traumáticas nuestras como por observación de personas cercanas. Si nos dicen que algo da miedo, no es necesario que lo comprobemos para aprender que eso no es bueno.
 
-          Por último, puede influir la falta de habilidades de afrontamiento a esta situación y la sobreprotección parental.
 
¿Cómo se puede intervenir? Os lo especifico a continuación de forma introductoria ya que, a pesar de tener aspectos que no cambian, el tratamiento varía en función de la persona.
-          Dando información y corrigiendo las creencias erróneas que la persona puede presentar sobre la sangre, las inyecciones, las heridas y las intervenciones. Muchas veces, el miedo a lo desconocido es lo que origina pensamientos catastróficos mucho más impactantes que las consecuencias reales.
 
-          Entrenando en habilidades para afrontar la situación. Si habláramos de miedo a los animales podríamos enseñarle a acariciar un gato, cómo coger un pájaro, etc. De esta forma, la persona realiza acciones que dan seguridad en el animal, le hacen comportarse mejor, la situación fluye, la persona gana seguridad y se reduce la ansiedad.
 
-          Dando estrategias para controlar los síntomas fisiológicos. Esto es muy importante sobre todo cuando la ansiedad provoca mareo, náuseas, temblores e incluso desmayo. ¿Cómo se hace? Mediante la relajación, respiración y visualización de situaciones positivas.
 
-          Proporcionando estrategias para controlar el miedo.  Mediante Autoinstrucciones como “no pasa nada”, “ya lo has hecho otras veces y no era para tanto”, “sabes que acaba muy rápido” y, por tora parte, captando los pensamientos que nos decimos a nosotros mismos que nos producen más ansiedad “me voy a marear”, “voy a hacer el ridículo”, “me va a doler”, “no lo voy a soportar”, “me falta el aire”… para cuestionar su veracidad y cambiarlos por otros más adecuados a esa situación.
 
-          Premiando después de haber afrontado la situación. Esto no es sólo cosa de niños. Si te has ido al hospital o te has hecho un análisis en el centro de salud, date un capricho después. Esto te permitirá pensar en la recompensa al acabar y no centrarte en ese momento estresante.
 
 

2 comentarios:

  1. Este post me viene especialmente bien! Una vez que doné sangre casi muero en el intento :P

    Un abrazo, Mónica.

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  2. Hola Hugo, me encanta leerte por aquí :)

    Sí, este post puede venir muy bien a muchas personas. Es una de las fobias más comunes. Muy valiente por tu parte donar sangre aun con la dificultad que te supone ;)

    Un abrazo.

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