¿Os ha pasado
alguna vez que estáis tristes y pensáis que todo os sale mal? ¿Que alguien os
odia y os está deseando lo peor? ¿Que por mucho que intentáis llevar a cabo un
plan nunca sale bien? Supongo que si os ha pasado os habéis sentido impotentes,
frustrados, habéis sentido rabia y/o tristeza.
¿Habéis pensado
alguna vez en buscar el por qué de todo esto? En la actualidad, la crisis
económica nos dificulta y nos pone trabas a todo el mundo para poder realizar
algunos de nuestros sueños. Pero que este factor no nos haga trasladar todo
lo malo que nos pasa a factores externos. Es cierto que el ambiente
dificulta la posibilidad de conseguir ciertas cosas pero no imposibilita
nuestra capacidad de actuación. ¿Qué es lo que imposibilita nuestra
capacidad de actuación? El miedo. El miedo a fallar, el miedo a tomar una decisión
equivocada, el miedo al qué dirán, el miedo a defraudar, el miedo a conseguir
algo y que nos quede grande… Aprovecho para aclarar que no creo que haya
decisiones equivocadas siempre y cuando se tomen de forma meditada. Es posible
que con el tiempo pensemos en todos los beneficios que hubiera supuesto escoger
la otra decisión pero, si hemos sido conscientes del motivo por el que tomamos
la decisión en su momento, entenderemos por qué lo hicimos y nos daremos cuenta
que en ese momento de nuestra vida era lo que queríamos hacer. Y cuando antes
empecemos a actuar así hasta en decisiones aparentemente triviales como aparcar
el coche algo más lejos de nuestro destino aun sabiendo que puede haber
aparcamientos más cercanos, empezaremos a ser más felices porque dejaremos de
criticarnos a nosotros mismos con frases como “podría haberlo dejado más cerca”.
Cuando tenemos miedo es posible que optemos
por aparcar todos nuestros pensamientos y sentimientos con frases como “ya
se verá”, “ya lo pensaré”, “aún es pronto”, “todavía queda mucho tiempo para
eso”, “por ahora voy a disfrutarlo”, etc. Pero, aunque nos evadamos de todo
pensamiento y sentimiento, nuestro cuerpo puede empezar a actuar de forma incontrolable
e inconsciente. Es entonces cuando puede aparecer la somatización. La
somatización es cualquier síntoma corporal que aparece o se ve incrementado por
causas psicológicas o situacionales como, por ejemplo, situaciones de
estrés. Por ejemplo, son muchas a las personas que, en situaciones de estrés,
les salen herpes labiales, se constipan o incluso llegan a tener fiebre.
Otra forma en la que nuestro cuerpo nos
comunica lo que deseamos es actuando como realmente queremos aunque nos
neguemos a pensarlo. ¿Os ha pasado alguna vez que estáis con vuestra pareja y de repente veis
cosas que no os gustan de él/ella y que ya no queréis aguantar? En ese caso,
tenéis dos opciones. La primera es dejar claro que no queréis seguir con la
relación. La segunda opción es algo más compleja pero más utilizada a causa
del miedo. Seguir el transcurso de la relación sin pensar en esas cosas que
no os gustan, negándolo pero con cambios sutiles en vuestra forma de actuar.
Empezáis a quedar menos, la comunicación va disminuyendo, hacéis planes con otras
personas para dedicar menos tiempo a vuestra pareja, etc.
¿Autoboicoteais
vuestros pensamientos y sentimientos para no actuar en determinadas situaciones?
Sí. ¿Os boicotea vuestro comportamiento y actitud? También. Porque, aunque no
queráis pensarlo, vuestro cuerpo os está mandando señales y vosotros tendréis
que decidir si queréis hacerle caso o no.
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