"Todos los días la gente se arregla el cabello,
¿Por qué no el corazón?"

miércoles, 29 de octubre de 2014

Depresión, moda otoño-invierno

Con la llegada del otoño  y, con el cambio de hora, la luz del sol bastante reducida en el tiempo, nuestro ánimo se resiente y podemos notarnos más melancólicos, apáticos o decaídos. Uno de los motivos por los que esto sucede es por el aumento de secreción de melatonina en nuestro cuerpo. Cuando nuestra retina capta luz solar, nuestro organismo deja de secretar melatonina mientras que, en ausencia de luz, nuestro cuerpo se dedica a secretar esta hormona que produce somnolencia y relajación pudiendo notar cansancio y apatía. Esta es una de las causas de que en los países como Noruega, donde la luz del día es bastante más escasa, la tasa de suicidios es una de las más altas.
Pero ¿Qué pasa si la tristeza que notamos se hace cada vez más fuerte? ¿Si se mantiene meses y meses? ¿Si empieza a condicionar nuestra vida negativamente? Conviene diferenciar la tristeza de la depresión.
La depresión es algo más que estar tristes. A la tristeza se le suman sentimientos de irritabilidad y ansiedad. La persona con depresión experimenta un cansancio continuo y excesivo, empieza a tener menos ganas de comer, no duerme bien y cada vez tiene menos ganas de mantener relaciones sexuales. El mundo se convierte en una amenaza, tiende a ver el lado negativo de las cosas, no entiende su día a día y puede parecerle absurdo vivir así, vivir en él.
 
¿Por qué sucesos se puede dar la depresión?
1.      Por un cambio grande en la vida que rompe nuestros esquemas (desde la muerte de un ser querido hasta el nacimiento de un hijo).
2.      Por un cambio en nuestra forma de vivir el día a día (cambiar de trabajo a otra ciudad, cambiar de casa a otra zona donde no es posible seguir con las rutinas que antes se seguía…)
3.      Por un aumento de sucesos que nos producen aversión ya sea por la cantidad o por la forma (un trabajo que nos exprime, una carrera que sólo nos da tiempo para estudiar…)
4.      Por una disminución de cosas positivas ya sean terrenales (quedar con los amigos o practicar un hobby) o simbólicas (una persona que deja de creer en Dios).
 
¿Por qué se mantiene este sentimiento de tristeza?
La pérdida de cosas positivas en el día a día (hacer cosas que les gustan) les hace tener pensamientos, sensaciones y emociones negativas, lo que les produce un dolor emocional. Este dolor emocional es incompatible con la motivación, las ganas de aprender y de hacer cosas nuevas, de ponerse en marcha. Acaba con las fuerzas para hacer cualquier cosa, lo que les lleva a una inercia donde dejan de hacer actividades ya sean obligatorias o voluntarias. Esta inercia les hace perder las cosas positivas que les quedaban (dejan de hacer cosas que les gustan, dejan de llamar a sus amigos, no salen si les llaman para quedar…), produciéndoles más dolor emocional y manteniendo la inercia de un ciclo vicioso negativo. Una depresión es más severa cuantas más actividades placenteras y obligatorias ha dejado de hacer.
Una de las diferencias entre la depresión y la tristeza es la capacidad de cortar el ciclo en alguno de estos puntos.
 
Dos aspectos muy importantes en el mantenimiento de la depresión son los pensamientos negativos y la incapacidad para hacer actividades.
La tristeza les hace sentir cosas como “me encuentro fatal”, “he dormido mal”, “no estoy de humor”. Por lo que, si les llaman para salir o les proponen hacer algo experimentan pensamientos como “tendría que ducharme, arreglarme, ir hasta allí…” “no me apetece” “demasiado coste”, “total para qué”. Estos pensamientos generan ansiedad de modo que sus siguientes pensamientos pueden ser “no disfrutaré de la película” o “me preguntará y le tendré que contar cómo estoy”, lo que les generará más ansiedad. De esta forma, acabarán respondiendo a sus amigos “No gracias. No me apetece”, lo que les producirá un alivio a corto plazo por no tener que realizar esa actividad pero de esta manera se mantiene la inercia y, por tanto, la depresión.
 
 
Espero que las personas que lean esta entrada encuentren más fácil decir que se sienten tristes sin necesidad de acudir a las frases de moda como “estoy deprimida” o “tengo depresión”. Si, por el contrario, alguna persona se ha sentido identificada con lo que he escrito, que no dude en pedir ayuda profesional. Pedir ayuda ya supone romper la inercia. El mero hecho de pedir ayuda es un gran paso para la recuperación.
 
 

lunes, 27 de octubre de 2014

Actividades

Las actividades que ofrezco, además de las sesiones en consulta, son las siguientes:


 - Taller para adultos "Relacionándonos con nosotros y con el mundo": Taller de 4 sesiones de 1,5h aproximadamente, en el que se trabaja la educación emocional, la forma de relacionarnos de manera intrapersonal e interpersonal, el autoconcepto, la autoestima y el apego.


 - Taller "Risoterapia en Familia": Actividades dinámicas grupales para niños y niñas de 4 a 8 años y sus familiares.


 - Taller "Me meriendo al monstruo rabioso": Psicoeducación sobre la ira y el control de la misma para niños y niñas de 5 a 9 años




- Taller "Creatividad, concentración y relajación": Actividades de relajación, respiración y creatividad para niños y niñas.



 - Taller "Educación Emocional para Adultos": Psicoeducación emocional para adultos.


 - Taller "Mi familia": Sensibilización e integración de la diversidad familiar para niños y niñas a partir de

- Taller "¿Cómo te relacionas con tus hijos?": Psicoeducación intrapersonal e interpersonal para adultos.

 - Taller de atención “Concurso Atiende y Gana”. Está dirigido a niños y niñas de 4 a 7 años a nivel grupal. Su duración es de 1h aproximadamente y en él se trabaja la atención con fichas y juegos en equipo para mejorar la rapidez y la cooperación entre sus compañeros de grupo. 

 - Taller “Diferentes pero iguales”. Taller de educación en igualdad. Está dirigido a niños y niñas de 4 a 8 años a nivel grupal. Su duración es de 1h aproximadamente y consiste en enseñar a los/las pequeños/as que hombres y mujeres somos diferentes pero, ambos sexos, somos personas y tenemos los mismos derechos. 



-  Charla para padres, madres y cualquier adulto que quiera enseñar a los menores de 3 a 11 años a utilizar adecuadamente las nuevas tecnologías.



- Taller FORTIUS. Es un taller de fortaleza emocional dirigido para niños y niñas de 8 a 12 años tanto a nivel grupal como individual. Consta de 12 sesiones que se llevan a cabo semanalmente con duración de una hora aproximadamente. (Junto a la psicóloga Davinia Ribes)



- Taller de técnicas de estudio para estudiantes de tercer ciclo de Primaria, E.S.O y Bachiller. El taller consta de 7 sesiones semanales de una hora aproximadamente para el tercer ciclo de Educación Primaria y de 8 sesiones para E.S.O y Bachiller.



-  Taller práctico de introducción a la inteligencia emocional tanto para niños (de 8 a 12 años) como para adolescentes y adultos (preferiblemente en grupos diferenciados) de una única sesión. (Junto a la psicóloga Davinia Ribes)



- Taller práctico de escritura terapéutica para adolescentes o adultos dividida en 4 sesiones (una a la semana) de 1h aprox. donde se realizan ejercicios de autoconocimiento, autoestima, resolución de problemas concretos y relaciones con los demás.



-  Taller “Dí lo que sientes”. Taller práctico de Educación Emocional apoyado en el libro Emocionario. Está dirigido a niños y niñas de 8 a 10 años a nivel grupal. Su duración es de 1,5h aproximadamente y consiste en dar a conocer diferentes emociones, trabajar con ellas y aprender a distinguirlas y manejarlas. Existe la posibilidad de adaptar el taller para niños de 4 a 7 años con una duración de 1h.



-  Taller teórico-práctico de autoconocimiento y autoestima partiendo de la base de que, para quererse, primero es necesario conocerse. Este taller se imparte tanto para niños y niñas de 8 a 12 años, como para adolescentes y adultos (en grupos diferenciados). Su duración es de 2h aprox. en niños/as y de 1,5h aprox. en adolescentes y en adultos. Los tres talleres en los diferentes rangos de edad siguen la misma dinámica para poder compartir las experiencias y los conocimientos con toda la familia.



-  Taller teórico-práctico de caricias y refuerzos para padres en relación con sus hijos. El Análisis Transaccional (corriente psicológica) denomina caricia a lo que, comúnmente, se conoce como refuerzo del comportamiento. La forma en que reforzamos y acariciamos a nuestros hijos durante su crecimiento, marcará el modo en el que se relacionarán con el mundo que les rodea. La duración es de 1h-1,5h aprox. de una única sesión. Máximo: 15 plazas (para una mayor eficiencia del taller).


miércoles, 22 de octubre de 2014

¿Sigues los mandatos de tus padres? (II)

La semana pasada os hablé de seis de los doce mandatos que los Goulding propusieron tras sus investigaciones. Si queréis saber qué son los mandatos y los otros seis que no tratamos aquí, pinchad aquí.
 
No seas un niño: Este tipo de mandato lo comunican padres que se sienten amenazados por un niño o porque a ellos nos les dejaron ser niños. Esto puede verse en aquellas personas que, por motivos culturales y del país, empezaron a trabajar muy pronto y tomar responsabilidades antes de su mayoría de edad. Ejemplos de este mandato son frases como “ya eres muy mayor para jugar a esas cosas”, “lo niños mayores no lloran”, “eres el hermano mayor y debes cuidar de tu hermano”. En estos casos, los niños deben crecer rápidamente y, cuando llegan a la adultez pueden presentar problemas para conectar con su “Yo Niño”, reír, jugar, contactar con otros niños y disfrutar dejando a un lado sus responsabilidades por un momento…
No crezcas: Este mandato es contrario al anterior. Lo pueden transmitir los padres por miedo a que se emancipen sus hijos, por miedo a sentir que ya no son útiles o por dependencia de los padres. ¿Qué consecuencias puede tener seguir este mandato? Podría mostrarse en adultos que no quieren asumir responsabilidades e incluso se comportan como lo hacían en la adolescencia.
No pertenezcas: ¿Habéis tenido la sensación alguna vez de que no pertenecéis a ningún grupo? Este mensaje pueden transmitirlo los padres que hablan de sus hijos como niños diferentes, niños difíciles, tímidos e inseguros. Es el resultado de las etiquetas. Si nuestros padres nos dicen durante toda la vida que somos de una determinada manera, para que nuestro esquema de vida tenga sentido nos comportaremos tal y como han dicho que somos.
No sientas: En algunas familias, mostrar los sentimientos es síntoma de debilidad y deben ocultarse o ignorarlas. Históricamente, las mujeres han escuchado que no deben sentir la ira, no deben enfadarse. Por otra parte, los hombres “no lloran”. En estos casos, los adultos que han crecido bajo este mandato tienen dificultades para expresar sus emociones y para sentirlas, sumando un poco de caos a su estado emocional.
No pienses, no pienses sobre un tema, no pienses si no es como yo pienso: ¿Conocéis a personas adultas que menosprecian la forma de pensar de los demás porque sólo la suya es la correcta? ¿Conocéis a alguien que se lo transmita a sus hijos? Posiblemente, estas personas bloqueen la capacidad de pensar de sus hijos puesto que nunca les dejan ejercitarla. En la vida adulta, estos niños que no han podido pensar pueden ignorar sus problemas sin buscar soluciones porque con su razonamiento infantil dedujeron que pensar es malo. Así pueden ser incapaces de analizar una situación y tomar una decisión.
No estés bien, no estés sano: Este último mandato puede mostrarse en forma de enfermedad física y/o psicológica. En cuanto a la forma física, suele mostrarse cuando el niño dice estar enfermo para conseguir la atención de sus padres y cuando los padres dicen en su presencia frases como “es que siempre está malo”, “no es muy fuerte”, “siempre le pasa algo”, etc. A nivel psicológico, los niños pueden mostrar un comportamiento inadecuado o extraño para recibir la atención de sus padres aunque se trate de una atención de carácter negativo.
 
Y estos son los últimos seis tipos de mandatos. Si todavía no conocéis el AT (Análisis Transaccional) os recomiendo que le echéis un vistazo a las siguientes entradas que hice en el blog:
-          Estructura del Yo Niño: http://homeostasiss.blogspot.com.es/2014/03/mi-yo-nino-ha-hablado.html
 

miércoles, 15 de octubre de 2014

¿Sigues los mandatos de tus padres? (I)

Imaginad que nuestra vida es una obra de teatro donde cada persona es un personaje y cada situación es un acto. En esta obra nos movemos y actuamos creyendo que somos totalmente libres y que sólo nosotros decidimos lo que queremos hacer en ella. Pero, por gracia o por desgracia, muchos de los comportamientos que tenemos a lo largo de nuestra vida están condicionados por una cosa llamada “Mandatos”. Los mandatos, según el AT (Análisis Transaccional), son instrucciones que nos han dado nuestras figuras de apego a lo largo de nuestro crecimiento. Pueden ser tanto verbales como no verbales, conscientes e inconscientes.
Este tipo de mandatos son generacionales por lo que, es muy probable, que nuestros abuelos hayan pasado esos mandatos a nuestros padres tal y como ellos hacen con nosotros. ¿Cómo podemos evitar seguir viviendo bajo estos mandatos y parar el ciclo transgeneracional que suponen? Intentando detectarlos para hacerlos conscientes y, una vez conscientes, podremos evaluarlos y decidir si queremos seguir viviendo con ellos para así, actuar en consecuencia.
Por tanto, si el primer paso es detectar ese tipo de mandatos, vamos a descubrir cuáles son. Los Goulding investigaron estos mandatos y los agruparon en doce tipos. Para empezar y no saturaros con tanta información, empezamos esta semana con seis de los doce tipos. A ver si, por casualidad, os encontráis alguno que os sea familiar.
 
 
No seas/no existas: Algunas personas han podido experimentar cómo algunos padres les decían frases como “ojala no hubieras nacido” o “mira qué cantidad de problemas nos das desde que naciste”. También puede transmitirse a través del maltrato físico o psicológico siendo un tipo de maltrato la marginación y desatención del niño. Con este mandato, la persona puede basar su estilo de vida en presentar comportamientos de riesgo como la adicción, la delincuencia, profesiones de riesgo, etc. ¿Supone este mandato que vaya a terminar con la vida del que lo recibe? No es necesario. Otra forma de representar este mandato es  la necesidad de vivir sólo cuando… (Estés triste, enfadado, trabajes mucho, hagas lo que yo quiero, seas alguien de provecho, etc.).
 
No estés cerca: Este mandato hace referencia tanto a la cercanía física como a la emocional. Este mandato se observa fácilmente en las familias que no se tocan, no se abrazan o no se besan, así como aquellas en las que nunca se habla de los sentimientos. En estos casos, los hijos pueden llegar a la conclusión de que la mejor forma de evitar el rechazo es el alejamiento físico y emocional. Si esto ocurre, puede darse el mandato No confíes. Este mandato puede mantener a la persona alejada de los demás para evitar el daño con el pensamiento de “no son de fiar” o “uno no puede fiarse de nadie”.
No lo hagas: Este mandato puede mandarlo un padre o una madre que siente envidia por las facilidades o logros de sus hijos. Por ejemplo, un padre que deseaba estudiar pero tiene que ponerse a trabajar para pagarles la universidad a sus hijos. Es totalmente inconsciente y, a nivel observable, los padres animarán a estos hijos a que estudien pero, al mismo tiempo y sin darse cuenta, les transmiten el mandato de “no lo hagas”, “no lo logres”. Este mandato puede afectar a los hijos convirtiéndolos en incapaces para lograr sus metas incluso cuando parece que por fin lo van a conseguir, encontrando siempre algo que lo impide.
No (no hagas nada): ¿Conocéis a algunos padres que se pasan la vida diciéndole a sus hijos que no hagan cosas? “No corras que te caes”, “No hagas esto que te haces daño”, “No toques lo otro que te manchas”… Y, más adelante, los comentarios pasarían a ser algo como “No vayas con Pepito que no me gusta nada”, “No camines sola por esa calle que te puede pasar algo”, “No cojas el coche por la noche que hay mucha gentuza que se va de fiesta”… Estos comentarios muestran el miedo de los padres que se traspasa a los hijos, haciendo que estos últimos sean indecisos, miedosos y preocupados.
No seas tú: Algunos padres no aceptan a sus hijos tal y como son sino que desean que sus hijos sean como ellos quieren. Un ejemplo de ello es cuando nace un bebé del sexo opuesto al que los padres deseaban y, aun así, se esfuerzan por criarlo con los estereotipos típicos del sexo deseado. De forma cómica, este ejemplo se puede observar en la relación padre-hija de Robin Scherbatsky, personaje de la serie Cómo conocí a vuestra madre.
No seas importante/No pidas lo que necesitas: Este mandato se da cuando los padres quieren omitir la parte “yo niño” de los hijos. De esta forma, los padres transmiten que las necesidades de sus hijos no son importantes y estos aprenden a dejar a un lado sus necesidades, a ser conformistas y no luchar por lo que realmente desean, a no pedir nada, etc.


Y estos son seis de los doce tipos de mandatos de los que vamos a hablar. Si todavía no conocéis el AT (Análisis Transaccional) os recomiendo que le echéis un vistazo a las siguientes entradas que hice en el blog:

-          Estructura del Yo Niño: http://homeostasiss.blogspot.com.es/2014/03/mi-yo-nino-ha-hablado.html
-          Estructura del Yo Padre: http://homeostasiss.blogspot.com.es/2014/03/yo-soy-tu-padre.html

 

miércoles, 8 de octubre de 2014

Hola, me llamo Mónica y soy psicóloga-persona

En esta semana de la salud mental podría haber dedicado el blog a hablar de si los psicólogos somos reconocidos en la seguridad social, si todavía somos estigmatizados por determinados sectores de la población o de las eternas peleas que existen entre las ramas que optan por demostrar su lado más científico y las que deciden dedicarse a la autorreflexión, la introspección y lo inconsciente.
Podría dar la definición que tanto nos han enseñado durante la formación de lo que es un psicólogo, una persona que da herramientas a otra bla bla bla bla. Podría hablar de muchísimas cosas relacionadas con la psicología lejos de todo lo personal pero me resulta imposible hablar de la profesión a la que me dedico dejando a un lado mi yo más íntimo.
¿Hay algo más íntimo que empatizar con la persona que te cuenta sus preocupaciones y acabar sintiendo y pensando como ella para poder entenderle mejor?
¿Hay algo más íntimo que querer ayudar a alguien, alegrarte por sus avances y desmoralizarte ante sus retrocesos?
Los psicólogos, terapeutas, psiquiatras y demás profesionales del ámbito de la salud mental también nos preocupamos, nos estresamos y nos volvemos histéricos cuando no nos van bien las cosas. Se nos pone un nudo en la garganta con algunos relatos de los pacientes y nos apetecería irnos de cañas para celebrar las buenas noticias de los pacientes con los que más hemos congeniado. Nos encanta que los niños mejoren, trabajen bien, se encuentren a gusto con nosotros y, por qué no decirlo, esos últimos minutillos de juego libre en el que sacamos nuestro niño interior. Nos preocupa cuando dejan la terapia sin un avance claro y nos encontramos dentro de una situación difícil cuando tienen recaídas por dependencia al terapeuta, es decir, a nosotros.
Las malas lenguas dicen que los psicólogos trabajamos en esto por problemas en nuestra vida. Otros creen que por ser psicólogos, tenemos que ser totalmente estables, sin sobresaltos y tener una paz interior que nos impida enfadarnos o entristecernos por las acciones de otras personas. Personalmente, creo que el único requisito indispensable para ejercer es la ilusión y las ganas de hacer feliz a la gente. Actitud que se puede volver en nuestra contra si nuestro afán protector y salvador es quien mueve toda esa ilusión.
Por lo tanto, ¿qué quiere decir que somos psicólogos? Significa que somos personas que pensamos, sentimos, nos emocionamos y con todo este cóctel, hemos estudiado para ayudar a los demás.
Sí. Seguramente todos los “nos” de esta entrada son un “me”. 
 
 

miércoles, 1 de octubre de 2014

En esta entrada del blog hablas de mí ¿verdad?

Todos nosotros hemos sentido alguna vez que nos han engañado, que nos han perseguido o que nos han abandonado. En un principio, estos sentimientos pueden hacernos crecer, aprender y evitar posibles daños futuros. Por el contrario, si basamos nuestro estilo de vida en pensar y creer (porque al fin y al cabo, el problema se da porque uno lo cree certeramente) que las personas que nos rodean nos traicionarán o nos defraudarán, nuestra vida y la de los que nos rodean puede complicarse y ser muy negativa.
Estas personas pueden mostrarse hipervigilantes por la creencia de que si no se mantienen alerta, intentarán utilizarles. Pueden ser provocadores y corrosivos para los demás. A primeras, esto puede sonar incoherente. Si son los demás los “malos” ¿cómo va a ser ese tipo de persona un/una provocador/a? Esto tiene una explicación. Si me siento atacado por los demás, estaré a la defensiva y, por tanto, iniciaré conflictos pensando que me estoy defendiendo de ellos. Esta actitud defensiva también les lleva a cuidar cómo se muestran ante los demás y así evitar posibles ataques. Además, suelen poner a prueba continuamente la lealtad de la gente que le rodea de múltiples formas, entre las que se encuentra la tendencia a esperar que los demás vayan detrás de ellos, siendo vengativos con quien no ha pasado esa prueba.
Es probable que, si varias personas están hablando en un lugar, este tipo de personas considere que se está hablando de ellos y siempre de temas negativos.  Y, al mismo nivel y ya no sólo con las conversaciones, pueden interpretar de manera inadecuada las intenciones de los demás.
¿Cómo transmiten todos estos pensamientos y sentimientos? Con ira, con celos y con frialdad. Estar continuamente a la defensiva es incompatible con relajarse, disfrutar y abrirse a las demás personas, por lo que dificulta notablemente la intimidad a nivel de amistad, relación de pareja, laboral, etc.
Y, si esta forma de actuar, pensar y sentir les hace tanto daño ¿por qué siguen haciendo lo mismo? Os pongo dos posibles respuestas pero no dudéis en escribir si tenéis alguna respuesta diferente. La primera hipótesis podría ser que tienen baja autoestima y, por tanto, creen necesitar estar a la defensiva para prepararse por los ataques que van a recibir. Si yo no me quiero, los demás no me quieren. Y, si no me quieren, me pueden hacer daño.
La otra hipótesis, un poco más enrevesada pero que a mí, particularmente, me encanta, es la de que ese comportamiento da sentido a sus vidas. Si yo desconfío de la gente y pienso que me atacan, me pondré a la defensiva y les atacaré a ellos. Si les ataco, ellos me atacarán a mí y entonces pensaré que tenía razones totalmente lógicas para desconfiar porque, al final, esas personas han acabado criticándome tal y como yo había imaginado. De esta forma, además de formar un círculo vicioso que justifica sus actos, les hace sentir que su forma de comportarse es la necesaria para sobrevivir en este mundo y, por tanto, todo lo que piensan y sienten es totalmente normal. Por tanto, nunca necesitarán pensar de otra manera y evaluar si lo que sienten es cierto o no porque la experiencia les ha enseñado que todo lo que piensan es cierto, actuando siempre de la misma manera.