"Todos los días la gente se arregla el cabello,
¿Por qué no el corazón?"

miércoles, 1 de octubre de 2014

En esta entrada del blog hablas de mí ¿verdad?

Todos nosotros hemos sentido alguna vez que nos han engañado, que nos han perseguido o que nos han abandonado. En un principio, estos sentimientos pueden hacernos crecer, aprender y evitar posibles daños futuros. Por el contrario, si basamos nuestro estilo de vida en pensar y creer (porque al fin y al cabo, el problema se da porque uno lo cree certeramente) que las personas que nos rodean nos traicionarán o nos defraudarán, nuestra vida y la de los que nos rodean puede complicarse y ser muy negativa.
Estas personas pueden mostrarse hipervigilantes por la creencia de que si no se mantienen alerta, intentarán utilizarles. Pueden ser provocadores y corrosivos para los demás. A primeras, esto puede sonar incoherente. Si son los demás los “malos” ¿cómo va a ser ese tipo de persona un/una provocador/a? Esto tiene una explicación. Si me siento atacado por los demás, estaré a la defensiva y, por tanto, iniciaré conflictos pensando que me estoy defendiendo de ellos. Esta actitud defensiva también les lleva a cuidar cómo se muestran ante los demás y así evitar posibles ataques. Además, suelen poner a prueba continuamente la lealtad de la gente que le rodea de múltiples formas, entre las que se encuentra la tendencia a esperar que los demás vayan detrás de ellos, siendo vengativos con quien no ha pasado esa prueba.
Es probable que, si varias personas están hablando en un lugar, este tipo de personas considere que se está hablando de ellos y siempre de temas negativos.  Y, al mismo nivel y ya no sólo con las conversaciones, pueden interpretar de manera inadecuada las intenciones de los demás.
¿Cómo transmiten todos estos pensamientos y sentimientos? Con ira, con celos y con frialdad. Estar continuamente a la defensiva es incompatible con relajarse, disfrutar y abrirse a las demás personas, por lo que dificulta notablemente la intimidad a nivel de amistad, relación de pareja, laboral, etc.
Y, si esta forma de actuar, pensar y sentir les hace tanto daño ¿por qué siguen haciendo lo mismo? Os pongo dos posibles respuestas pero no dudéis en escribir si tenéis alguna respuesta diferente. La primera hipótesis podría ser que tienen baja autoestima y, por tanto, creen necesitar estar a la defensiva para prepararse por los ataques que van a recibir. Si yo no me quiero, los demás no me quieren. Y, si no me quieren, me pueden hacer daño.
La otra hipótesis, un poco más enrevesada pero que a mí, particularmente, me encanta, es la de que ese comportamiento da sentido a sus vidas. Si yo desconfío de la gente y pienso que me atacan, me pondré a la defensiva y les atacaré a ellos. Si les ataco, ellos me atacarán a mí y entonces pensaré que tenía razones totalmente lógicas para desconfiar porque, al final, esas personas han acabado criticándome tal y como yo había imaginado. De esta forma, además de formar un círculo vicioso que justifica sus actos, les hace sentir que su forma de comportarse es la necesaria para sobrevivir en este mundo y, por tanto, todo lo que piensan y sienten es totalmente normal. Por tanto, nunca necesitarán pensar de otra manera y evaluar si lo que sienten es cierto o no porque la experiencia les ha enseñado que todo lo que piensan es cierto, actuando siempre de la misma manera.
 
 

 

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