Todos
nosotros hemos sentido alguna vez que nos han engañado, que nos han perseguido
o que nos han abandonado. En un principio, estos sentimientos pueden hacernos
crecer, aprender y evitar posibles daños futuros. Por el contrario, si basamos
nuestro estilo de vida en pensar y creer (porque al fin y al cabo, el problema
se da porque uno lo cree certeramente) que las personas que nos rodean nos traicionarán
o nos defraudarán, nuestra vida y la de los que nos rodean puede complicarse y
ser muy negativa.
Estas
personas pueden mostrarse
hipervigilantes por la creencia de que si no se mantienen alerta,
intentarán utilizarles. Pueden ser
provocadores y corrosivos para los demás. A primeras, esto puede sonar
incoherente. Si son los demás los “malos” ¿cómo va a ser ese tipo de persona
un/una provocador/a? Esto tiene una explicación. Si me siento atacado por los
demás, estaré a la defensiva y, por tanto, iniciaré conflictos pensando que me
estoy defendiendo de ellos. Esta actitud defensiva también les lleva a cuidar cómo se muestran ante los demás
y así evitar posibles ataques. Además, suelen
poner a prueba continuamente la lealtad de la gente que le rodea de múltiples
formas, entre las que se encuentra la tendencia
a esperar que los demás vayan detrás de ellos, siendo vengativos con quien no ha pasado esa prueba.
Es probable
que, si varias personas están hablando en un lugar, este tipo de personas
considere que se está hablando de ellos y siempre de temas negativos. Y, al mismo nivel y ya no sólo con las
conversaciones, pueden interpretar de manera
inadecuada las intenciones de los demás.
¿Cómo transmiten todos estos
pensamientos y sentimientos? Con ira, con celos y
con frialdad. Estar continuamente a la defensiva es incompatible con
relajarse, disfrutar y abrirse a las demás personas, por lo que dificulta
notablemente la intimidad a nivel de amistad, relación de pareja, laboral, etc.
Y, si esta forma de actuar, pensar y sentir
les hace tanto daño ¿por qué siguen haciendo lo mismo? Os pongo dos
posibles respuestas pero no dudéis en escribir si tenéis alguna respuesta
diferente. La primera hipótesis podría
ser que tienen baja autoestima y, por tanto, creen necesitar estar a la
defensiva para prepararse por los ataques que van a recibir. Si yo no me quiero,
los demás no me quieren. Y, si no me quieren, me pueden hacer daño.
La otra
hipótesis, un poco más enrevesada pero que a mí, particularmente, me encanta,
es la de que ese comportamiento da
sentido a sus vidas. Si yo desconfío de la gente y pienso que me atacan, me
pondré a la defensiva y les atacaré a ellos. Si les ataco, ellos me atacarán a
mí y entonces pensaré que tenía razones totalmente lógicas para desconfiar
porque, al final, esas personas han acabado criticándome tal y como yo había
imaginado. De esta forma, además de formar un círculo vicioso que justifica sus
actos, les hace sentir que su forma de comportarse es la necesaria para
sobrevivir en este mundo y, por tanto, todo lo que piensan y sienten es
totalmente normal. Por tanto, nunca necesitarán pensar de otra manera y evaluar
si lo que sienten es cierto o no porque la experiencia les ha enseñado que todo
lo que piensan es cierto, actuando siempre de la misma manera.
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