En esta
semana de la salud mental podría haber dedicado el blog a hablar de si los
psicólogos somos reconocidos en la seguridad social, si todavía somos
estigmatizados por determinados sectores de la población o de las eternas
peleas que existen entre las ramas que optan por demostrar su lado más
científico y las que deciden dedicarse a la autorreflexión, la introspección y
lo inconsciente.
Podría dar
la definición que tanto nos han enseñado durante la formación de lo que es un
psicólogo, una persona que da herramientas a otra bla bla bla bla. Podría
hablar de muchísimas cosas relacionadas con la psicología lejos de todo lo
personal pero me resulta imposible hablar de la profesión a la que me dedico
dejando a un lado mi yo más íntimo.
¿Hay algo
más íntimo que empatizar con la persona que te cuenta sus preocupaciones y
acabar sintiendo y pensando como ella para poder entenderle mejor?
¿Hay algo
más íntimo que querer ayudar a alguien, alegrarte por sus avances y
desmoralizarte ante sus retrocesos?
Los psicólogos,
terapeutas, psiquiatras y demás profesionales del ámbito de la salud mental
también nos preocupamos, nos estresamos y nos volvemos histéricos cuando no nos
van bien las cosas. Se nos pone un nudo en la garganta con algunos relatos de
los pacientes y nos apetecería irnos de cañas para celebrar las buenas noticias
de los pacientes con los que más hemos congeniado. Nos encanta que los niños
mejoren, trabajen bien, se encuentren a gusto con nosotros y, por qué no
decirlo, esos últimos minutillos de juego libre en el que sacamos nuestro niño
interior. Nos preocupa cuando dejan la terapia sin un avance claro y nos
encontramos dentro de una situación difícil cuando tienen recaídas por
dependencia al terapeuta, es decir, a nosotros.
Las malas
lenguas dicen que los psicólogos trabajamos en esto por problemas en nuestra
vida. Otros creen que por ser psicólogos, tenemos que ser totalmente estables,
sin sobresaltos y tener una paz interior que nos impida enfadarnos o
entristecernos por las acciones de otras personas. Personalmente, creo que el
único requisito indispensable para ejercer es la ilusión y las ganas de hacer
feliz a la gente. Actitud que se puede volver en nuestra contra si nuestro afán
protector y salvador es quien mueve toda esa ilusión.
Por lo
tanto, ¿qué quiere decir que somos psicólogos? Significa que somos personas que
pensamos, sentimos, nos emocionamos y con todo este cóctel, hemos estudiado
para ayudar a los demás.
Sí.
Seguramente todos los “nos” de esta entrada son un “me”.
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