"Todos los días la gente se arregla el cabello,
¿Por qué no el corazón?"

miércoles, 16 de octubre de 2013

Hijos desobedientes, padres impotentes y comunicación errónea


La desobediencia puede provocar problemas en la convivencia familiar al suponer un desafío hacia la autoridad, en este caso, de los padres o educadores. Pero, ¿cómo puede manifestarse la desobediencia? A nivel general, de tres formas:

1.       El niño/adolescente que parece no escuchar: Se opone de forma pasiva a las órdenes de los adultos.
2.       El niño/adolescente negativista: Quien desbarata la autoridad de los padres con un simple monosílablo. NO.
3.       El niño con rabietas o adolescente agresivo, haciendo notar el desacuerdo en su total expresión agresiva.

Pero, para hacer un análisis exhaustivo de la situación, no debemos centrarnos solamente en el niño o adolescente sino que es aconsejable que los padres y demás adultos aprendan a comunicarse con ellos en esos momentos tan delicados y aprendan a dar órdenes.

Algunos de los errores más frecuentes a la hora de dar órdenes a los hijos son los siguientes:

-          Órdenes inatendidas: Los padres que piden a su hijo que baje el volumen de la televisión, pero lo piden a gritos desde la cocina.

-          Órdenes confusas: “Ya tienes edad para portarte como una persona mayor” ¿Qué significa concretamente ser mayor? ¿Portarse bien en clase? ¿No jugar?

-          Órdenes poco realistas: Padres que exigen que sus hijos aprueben toda la tercera evaluación cuando la primera y la segunda han suspendido seis.

-          Órdenes metralleta: Muy largas o muy repetidas. EJ: “Métete a la ducha y lávate el pelo que luego tienes que cenar y no te da tiempo. Dúchate ¿eh? Pero ya, que luego no te da tiempo a cenar, bla bla bla bla bla”

-          Órdenes injustas: Como por ejemplo, imponer la carrera, la rama de estudio o las actividades extraescolares a los hijos.

-          Órdenes débiles: Con un tono dubitativo y que aparenta opcional. EJ: “A los papás les gustaría que les ayudaras a poner la mesa, ¿Qué tal si nos echas una mano?”. El problema de preguntar si se hace o no, es que los hijos tienen la total libertad de decir que no.

-          Órdenes desgastadas: Incitan a hacer oídos sordos. EJ: “¿Cuántas veces te tengo que decir que…. (a partir de ahí, dejan de escuchar)”

-          Órdenes autoritarias: En un tono agresivo. EJ: El adulto golpea la mano del hijo con la que sostiene la cuchara y le grita “no te levantas de la mesa hasta que no te lo termines todo”.

Y en mi opinión, la reina de las órdenes que resultan fallidas:

-          Órdenes inconsistentes: Aquellas en las que se contradicen las figuras de autoridad y varían según el estado de ánimo de quien las dicta. Por ejemplo: Padre o madre que castiga una acción que el hijo realiza todos los días sólo cuándo el adulto ha tenido un mal día. La otra versión de este tipo de órdenes es en la que uno de los adultos autoriza al hijo a salir a la calle cuando el otro adulto no está (aquí los abuelos, juegan un papel muy importante).

Por tanto, después de aprender cómo NO es aconsejable que se comuniquen las órdenes… ¿Cómo deben ser?

-          Claras y específicas: “Recoge los juguetes que has sacado”

-          Comprensibles: Expresadas en un lenguaje conocido por el niño/adolescente

-          Cortas: “Lávate las manos”

-          Darse de una en una y en número reducido

-          Coherentes: Acordadas entre los adultos y no fruto de la improvisación ya que puede ir seguida de un arrepentimiento posterior y, por tanto, de anular la orden desautorizándose a uno mismo

-          Firmes

-          Describir las consecuencias de su cumplimiento o no: “Si no terminas los deberes ya sabes que no ves la televisión”.

-          Ser aplicables a todos los miembros de la familia: Así evitaremos celos y entenderán que no son “por fastidiarles” sino que son unas reglas comunes para todos.

-          No ser contradictorias con otras órdenes

-          No deben ir acompañadas de instigación física ya que se ha comprobado que dificulta aún más el cumplimiento de la orden.



¿Y vosotr@s? ¿Habéis recibido o dado alguna orden errónea? ¿Cómo conseguís que vuestros hijos o alumnos obedezcan?
 
 

2 comentarios:

  1. Como tantos otros y otras, yo también he sufrido algunas de esas órdenes, por lo que te felicito por esta entrada tan necesaria. Si algún día tengo hijos, lo cual me gustaría (por ahora va en mi contra el hecho de que no tengo con qué mantenerme a mí mismo, además de otros hechos menos materiales, je...), espero hacerlo mejor que mis padres. Y esto no lo digo por rencor, sino por afán de superación ;)

    Aunque de momento he medio fracasado, je... Algunas de las órdenes que le he dado a mi perro iban "acompañadas de instigación física" (un tipo de orden que aprendí de pequeño), de lo cual me arrepiento seriamente y no hay día que no intente desaprenderla y compensarla, si es que es posible compensar el mal que a veces hacemos a los que, irónicamente, más queremos. Moraleja: hoy por hoy debería prohibírseme tener seres a mi cargo, je... :P

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  2. No te preocupes si repites lo que has aprendido de pequeño. Se ha comprobado que, aunque los hijos digan "no voy a repetir los pasos de mis padres", todo sigue como uno quiere hasta que se es padre/madre. Cuando una persona se convierte en padre/madre pone en marcha aprendizajes que había guardado y no era consciente puesto que no había tenido la oportunidad de desarrollar ese rol. Por tanto, será entonces cuando seas padre, cuando repitas esos patrones y en ese mismo instante podrás poner en marcha los mecanismos necesarios para ir cambiando poco a poco. (Hablo en futuro como padre pero, como puedes ver, ya te pasa en la actualidad con tu perro y ya puedes intentar no repetirlos).

    Me gusta verte por aquí! ;)

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