Como esta
semana en ¿Te atreves? nos hemos dedicado a conocernos a nosotros
mismos, vamos a tratar de manera introductoria cómo se ven a sí mismos los
adolescentes.
Las personas
vamos construyendo nuestra identidad
desde pequeños, pero es en la adolescencia cuando esta búsqueda de la identidad
se incrementa. Ya no son niños pero tampoco son adultos. Entonces ¿Qué son? Y
para resolver esta pregunta, el adolescente busca encontrarse a sí mismo y
crear una imagen positiva tanto para ellos como para sus seres queridos.
En la
búsqueda del autoconocimiento juega un papel muy importante el realismo con el
que cada uno ve sus acciones y su forma de pensar y sentir. Pero los constantes
altibajos de los adolescentes en su estado de ánimo influyen en el nivel de
realidad con el que se ven. Este es uno de los aspectos de por qué es tan
complicado desarrollar el autoconcepto en esta etapa.
Pero, ¿qué
es el autoconcepto? El autoconcepto
es la forma en que las personas se ven
a sí mismas. Y entonces, ¿en qué se diferencia de la autoestima? En que la autoestima es la forma en la que las
personas se valoran a sí mismas.
Desde la preadolescencia (12-14 años) se
preocupan por su cuerpo, por su aceptación social, por si su grupo les rechaza,
si son queridos por sus padres… Es por esto, por lo que es recomendable crear
una autoestima positiva desde la familia ya que es el pilar afectivo y social
desde el nacimiento. Una autoestima positiva lleva, por consiguiente, a gozar
de salud mental, por lo que es muy importante que los padres les hagan sentir
queridos a pesar de las posibles disputas (nunca decirles “eres malo, eres tonto…”
Si no, “no me gusta esto que has hecho”)
y si, pasado unos minutos del conflicto, el ambiente se tranquiliza, no dejar
pasar la posibilidad de decir algo tan grande como es un “te quiero”.
Con la
adolescencia llega la búsqueda de la autonomía
y eso supone que, en algunas ocasiones, decidan no ir a viajes, excursiones o
eventos a los que antes iban acompañando a la familia. Para
algunos padres es un tema difícil de afrontar pero que hay que comprender. El
paso a una nueva etapa supone cambios, y entre ellos se encuentra la
posibilidad de renunciar a la presencia continua de los padres. Así, siendo más
independientes, llegarán a ser más autónomos.
Algunos padres
se sienten molestos ante estos nuevos cambios al opinar que están cuestionando
su autoridad. Es entonces cuando se ponen a la
defensiva, propiciando que el adolescente también se ponga a la defensiva y
surja el conflicto. Esto, paradójicamente, hace
que las ganas de autonomía del/la hijo/a crezcan. Pero
es muy importante destacar que NO es una ruptura
real sino que es un cambio en la relación y, por tanto, es aconsejable que
los padres den un voto de confianza. Esto
es una situación difícil puesto que no sólo los padres tienen miedo a perder el
cariño de sus hijos sino que los adolescentes temen perder el amor de sus
padres.
Para
finalizar, los adolescentes pueden comportarse como adultos en determinadas
ocasiones para buscar la independencia cuando realmente no lo son. Por esto,
hago hincapié en la importancia que tiene preparar a los hijos para vivir una
etapa de mayor autonomía y, por tanto, de RESPONSABILIDAD.
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