"Todos los días la gente se arregla el cabello,
¿Por qué no el corazón?"

miércoles, 9 de octubre de 2013

Y a mi hijo/a ¿Quién l@ educa? ¿La familia o el colegio/instituto?


Si tenemos en cuenta las horas que los niños y adolescentes pasan en el colegio (horas lectivas + comedor + actividades extraescolares), nos podemos hacer una idea de la importancia que adquiere la escuela para los niños y adolescentes una vez iniciada la escolaridad obligatoria (Primaria). A partir de los 6 años, el colegio se convierte en un gran punto de referencia, todo esto sin dejar atrás a los padres, quienes siguen siendo su fuerza moral y su filtro de malas influencias.

En el colegio, además de enseñar conocimientos, se les enseña a pensar y a valorar las cosas (a resolver conflictos, la importancia del esfuerzo, la naturaleza, las huelgas, la solidaridad, etc.). En esta época, la figura del profesor se convierte en un modelo a seguir y muchos niños imitan su forma de actuar. Por tanto, el colegio es mucho más que la enseñanza de conocimientos. Pero ¿cuál es el papel de los padres?

Algunos padres consideran que la educación de conocimientos, valores morales, motivaciones, etc. debe enseñarse en el colegio y no es competencia de la familia. Por el contrario, a menudo se responsabiliza a los colegios de muchos problemas sociales: la apatía de los adolescentes, la falta de cultura ecológica o de interés por el arte, el mundo materialista en el que viven los menores… Es por esto que llegamos a la conclusión de que el colegio no forma lo suficiente en estos aspectos. Entonces, ¿esto se aprende en el colegio o en casa?

La clave de esta pregunta se encuentra en el equilibrio. Los colegios se encargan de enseñar unos conocimientos básicos, enseñarles habilidades para potenciar sus destrezas, transmitirles valores sociales y mejorar la convivencia de los alumnos.  Pero estas funciones se llevan a cabo como continuidad de la educación dada en cada familia.

Es por esto por lo que es aconsejable una relación comunicativa entre el profesor y los padres de cada niño/a o adolescente para comentar la evolución tanto en el aula como en casa.  Pero esta relación no sólo debe mantenerse ante problemas, sino que la frecuencia de visitas puede ser como mínimo una vez al trimestre sin necesidad de que el fin sea comentar las notas. Para los hijos es muy gratificante ver que sus padres sacan un hueco de sus vidas para hablar con sus profesores.

En el caso de que surjan conflictos con el colegio, no es aconsejable criticar al centro delante de los hijos ya que no sirve para resolver el problema, desautoriza a las personas que lo forman y además puede desmotivarle con respecto a su futuro. Lo recomendable es hablar con el centro y, en el caso de que sea necesario, contactar con los superiores (siempre y cuando no se llegue a una solución con los tutores o jefes de estudio).

Por último y haciendo referencia a los aspectos puramente académicos, la revisión de las tareas debe ser motivadora y con total disposición para ayudarles en las dudas que le vayan surgiendo. A lo largo de los años, nos han enseñado a fijarnos en los posibles errores para conseguir un resultado perfecto. Pero es importante no olvidar que se pueden corregir las tareas enfatizando los avances y los aciertos además de mostrar los aspectos a mejorar.
 
 

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