Existe la
terapia individual y en grupo. Para niños, adolescentes y adultos. Terapia por
Skype o en consulta. Terapia con animales. Terapia familiar. Y así unas cuantas
más.
Hay algunos
profesionales que optan por trabajar en terapia con los padres para niños o
adolescentes que se niegan a ir a un psicólogo o a un terapeuta. Por otra
parte, hay problemas que, aunque los exterioricen los niños, se tratan con los
padres por cómo se originan.
Pero también
he visto lo contrario a lo anterior. Niños
que acaban en consulta para que ayudemos a sus padres. No lo dicen, ni
siquiera ellos lo saben, pero he podido comprobar cómo la ansiedad por separación de una
preadolescente se originó por el miedo de su madre ante una situación. O cómo das
cita a unos padres para hablar de su hijo o hija y el tema principal (el
objetivo de la sesión) ocupa sólo los 15 primeros minutos y el resto acaba
siendo terapia individual para la persona que ha venido.
En algunas ocasiones, cuando el hijo lleva un tiempo en
terapia, la madre o el padre decide
acudir al psicólogo de manera individual. Aceptan que algo no va bien y que
no todo depende del niño o adolescente. En otros casos, el caso se enquista. Da
igual el método, el tema, los objetivos, los avances y los retrocesos. No importa el esfuerzo que haga el
psicólogo y el niño si el origen del problema no cambia. Y también hay otro
grupo, el grupo en el que justo cuando las mejorías empiezan a ser visibles,
los padres deciden acabar con la terapia de sus hijos. ¿De quién es el problema entonces? ¿Es la dificultad del niño para conseguir
algo o la constancia del adulto?
Es muy
difícil aceptar la realidad. La sinceridad supone ser maduro y valiente.
Valiente para no derrumbarnos al verla y para estar dispuestos a superar
nuestros puntos débiles.
Recordad que
los niños son el reflejo de sus personas
queridas más cercanas. Recordad que es posible que los niños o adolescentes
tengan determinados problemas en los que queramos ayudar. Pero recordad
también, que los adultos debemos estar
igual de sanos como queremos que estén nuestros hijos. Sólo así
conseguiremos criar a personas maduras, equilibradas y capaces de solventar las
dificultades del día a día.