Una de las
lecciones más grandes, impresionantes y complejas de la adolescencia es la del
amor. Con la subida de las hormonas experimentamos ese enamoramiento cerca de
lo platónico como nunca, generalmente, vuelve a pasar en nuestra vida. Los
adolescentes experimentan la sensación de que se fijen en ellos e idealizan a
la persona de la que se enamoran. El problema con el que nos encontramos es que
suelen confundir el amor con la
atracción física y el enamorarse con el “liarse”. Todos estos sentimientos tan
grandes y desproporcionados superan el nivel de madurez emocional todavía sin
finalizar su desarrollo, por lo que se podría decir que los adolescentes poseen unas armas que no saben controlar. Es esta,
una razón entre muchas otras, por la que es tan importante la educación sexual
en los hijos.
El
descubrimiento sexual no es algo repentino, se descubre paulatinamente pero a
un ritmo bastante rápido para la percepción de los padres quienes temen que
sus hijos se interesen por las relaciones sexuales por simbolizar que su niño o
su niña se le hace mayor. Pero
prohibirles que mantengan relaciones sexuales no surgirá efecto sino todo lo
contrario. Las mantendrán sin que lo sepamos y, por tanto, sin que podamos
educarles adecuadamente asumiendo todos los riesgos que eso supone.
“La primera vez” suele ser
accidentada por la
falta de experiencia y decepcionante para
algunos por el hecho de haberla idealizado. Sobre todo si la primera vez se
lleva a cabo sin enamoramiento previo. Es por esto por lo que es aconsejable
que los adultos vinculen la actividad sexual con los sentimientos ya que, como
toda decisión en nuestra vida, conlleva responsabilidades. Y, en este caso, las
consecuencias pueden suponer riesgos en nuestra salud física y psíquica.
Por otro
lado, las películas de amor suelen estar
protagonizadas por parejas que, en su primer encuentro sexual, muestran un rendimiento sexual prodigioso y
muchos adolescentes se sienten fracasados al no tener la misma efectividad. Sería
conveniente desmitificar aspectos como este para que la presión por una
ejecución perfecta no estropee ese momento tan especial.
Y ¿Cómo pueden aconsejar los adultos a los
adolescentes en cuanto a las relaciones sexuales? Aquí os dejo cuatro
consejos generales:
1. Dando toda la información posible: Si los padres generan un clima de confianza y de
comunicación, se generará complicidad desde el principio. Pero esta información y naturalidad no empieza cuando el menor es un
adolescente (en la medida de lo posible) sino desde que son pequeños, explicándoles cómo funciona la
reproducción, etc. No podemos pretender
hablar de sexo a nuestro/a hijo/a de 14 años como si estuviéramos hablando de
un tema trivial si previamente no lo hemos hecho nunca. Será raro para
nuestros hijos y para nosotros.
2.
Insistir en las precauciones es
muuuuuuuuuy importante: hay que explicarles detenidamente cómo se utilizan las medidas de las
que disponen para prevenir embarazos no deseados y enfermedades de transmisión
sexual así como hacerles interiorizar las consecuencias que supondría no hacerlo.
Si no tratamos este tema “en frío” lo
suficiente, no podemos esperar que lo hagan “en caliente”.
3. Compartir experiencias: Poner en común experiencias sexuales tanto de los padres
como de los hijos puede ayudar a entender muchas cosas y a generar ese clima de
confianza que comentaba en el punto número 1. Esto puede parecernos idílico e
incluso extravagante, pero eso se debe a nuestra cultura del sexo como tema tabú.
Si comenzamos poco a poco a compartir
diversas experiencias (no todas ni con necesidad de dar detalles) adecuadas
a la edad de nuestros hijos, cuando
lleguen a la adolescencia será algo totalmente normalizado y carente de
prejuicios.
4. Respetar su intimidad: No es conveniente
forzarles para que nos cuenten todo lo que hacen. Es preferible empatizar
con ellos y comprenderles para que, cuando llegue el momento, puedan sincerarse
con los adultos y aclarar las dudas.
Ante todo, recordad que todos hemos sido adolescentes
y sabemos cómo nos sentíamos. Revolucionados, enamorados o incluso
desilusionados por un fracaso amoroso. Intentemos salir de la mirada de padre o
de madre o del comentario “por eso mismo, yo sé lo que pasa y no quiero que tú
lo hagas”. Utilicemos este conocimiento
y esta experiencia para acercarnos a ellos y nunca para alejarnos.
Os dejo dos
capítulos de educación sexual de una hora cada uno, uno para adolescentes y
otro para niños. Me parecen una herramienta genial para ver en casa en familia
o en clase. Una forma de recibir información de forma más amena para conseguir
que lo interioricen más fácilmente.
PARA ADOLESCENTES:
PARA NIÑOS:
No hay comentarios:
Publicar un comentario