Esta vez seré breve. Sólo quería comentar que he visto esta foto y me ha parecido curioso que, tanto nosotros cuando somos niños como los primates, nos divirtamos igual. La única diferencia es que cambiamos los árboles por columpios.
"Todos los días la gente se arregla el cabello,
¿Por qué no el corazón?"
domingo, 4 de septiembre de 2011
viernes, 26 de agosto de 2011
Operaciones de estética ¿lícitas o aberrantes?
Creo que desde siempre que he reflexionado sobre el tema de las operaciones estéticas he tenido clara mi opinión acerca de ellas. En la adolescencia creía que quien se quería operar era una persona sin valores y totalmente absorbida por una sociedad vacía y que sólo se preocupaba por el aspecto físico.
Crecí un poco (no mucho) y cambié de opinión. Estaba segura de que la operación no era una buena opción pero esta vez creía que lo que necesitaban esas personas era un buen trabajo para aumentar la autoestima e intentar cambiar sus prioridades en las personas por aspectos que no estuvieran relacionados con el físico.
De pronto, un día se me ocurrió pensar por qué tenía ese razonamiento tan claro. ¿Y si no son tan malas esas operaciones? ¿Y si, simplemente, es algo nuevo que ayuda a las personas a sentirse mejor y no las toleramos porque es algo nuevo y desafiante? ¿Por qué yo me tinto el pelo de rubio y no es un estigma si es otra forma de cambiar mi aspecto? ¿Por qué aparenta infinitamente peor para ojos ajenos una operación de pecho a una de nariz cuando tienen el mismo fin (si hablamos sólo de estética)?
Sé que someterse a una operación puede generar complicaciones, como en el caso de la operación de pecho. Debe hacerse cada 10 años puesto que el implante se va desgastando. Por tanto, si una persona se opera a los 18 años, mínimo quedan en su vida unas 4 o 5 operaciones con sus pertinentes riesgos. Pero necesito más aspectos negativos, a ver si alguno de vosotros consigue convencerme del todo para no tener ninguna duda sobre qué hacer con el cuerpo. ¿Lo modelamos a nuestro gusto o aprendemos a vivir con lo que nos ha tocado y sintiéndonos felices por ello?
miércoles, 24 de agosto de 2011
Tierna infancia
Tras leer algunas páginas de un libro que trataba de manera analítica las películas Disney, he podido comprobar que no todo era tan bonito como parecía en la infancia. En alguna ocasión se había planteado en clase que las películas Disney promovían la sumisión de la mujer al hombre salvador, que hacía las tareas domésticas, eran guapas y perfectas, etc. Pero nunca había visto hasta qué punto eso era cierto.
Al leer el fragmento del libro he sido consciente de que la figura de la madre era casi inexistente en el mágico mundo. Muestra de ello es la película de “La Sirenita” donde sólo sale la figura de su padre Tritón. Otro ejemplo es el caso de la película de “Aladdín” y “La Bella y la Bestia”. Y, como dato curioso, además de que en estas dos películas sólo existe la figura del padre, se puede observar sin necesidad de poner mucha atención, que los dos padres son el mismo (ya lo explica con tono humorístico la siguiente página del facebook: Yo también creo que el Padre de Bella y el de Jasmín son el mismo actor). Por su parte, la película de Aladdín ha sido bastante criticada por temas racistas hacia los árabes hasta el punto en el que han traducido mal los nombres, los escritos árabes carecen de sentido alguno y todos los malos que protagonizan la película tienen rasgos árabes (al contrario que Aladdín).
Tras esta información pretendo dar un respiro a Disney. Es cierto que han cometido bastantes errores y que no está de más detectar y analizar los increíbles estereotipos con los que hemos crecido pero, he decidido centrar esta entrada en un aspecto positivo que he observado en muchas de las películas. En casi todas las historias se ha fomentado la imagen de los animales como amigos, como posibles seres que pueden formar parte de nuestras vidas de manera libre y sana. Ejemplo de ello son las siguientes películas:
- Aladdín y el mono
- Mulán y el grillo
- La Sirenita y todo el mundo marino, en concreto el cangrejo y el pez.
- Hércules y Pegaso
- Tarzán y todo tipo de gorilas
- Toy Story y el perro
- La cenicienta y los ratoncitos
- El libro de la Selva
- Pocahontas: Aunque ha sido bastante criticada, creo que es la película que ofrece una extraordinaria lección sobre el respeto de la naturaleza
- Tod y Tobby, dos amigos que se ven enfrentados por la famosa "caza del zorro"
Me gusta pensar que, al fin y al cabo, además de cometer errores, han logrado dejar mensajes positivos a toda una generación de jovenzuelos.
Publicado por
Mónica Blasco - Psicóloga de niños, adolescentes y adultos
en
miércoles, agosto 24, 2011
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martes, 23 de agosto de 2011
Libertad condicionada
Libertad condicionada aparenta, a simple vista, un término referido a la cárcel y el incumplimiento de las leyes. De manera más profunda, define la situación de libertad que vivimos en la sociedad actual. Creemos ser libres y disfrutamos pensándolo. Pero, ¿hasta qué punto lo somos realmente?
Cuando tenía 15 años me creía la reina del mundo con un estilo que compartía con un grupo determinado de gente aunque en mi cabeza yo era distinta a todos. Afirmaba ser libre para elegir lo que quisiera y no seguir al resto de la sociedad. Fue entonces cuando mi profesora de ética me pegó una bonita colleja que me hizo despertar.
Comenté en clase que yo me sentía libre porque elegía la ropa que quería y no iba como el resto de adolescentes. A lo que ella respondió: ¿Ah sí? ¿Fabricas tu propia ropa? Me quedé callada y comentó: Compras lo que hay en la tienda, lo que la sociedad pide.
Desde ese momento, la forma en la que me veía dentro del mundo cambió de manera importante y, de vez en cuando, sigo pensando hasta qué punto soy esclava de mis elecciones creyendo que son totalmente arbitrarias cuando, en realidad, una gran parte de mí ha sido condicionada para elegirlas.
De hecho, creo que podría hacer una gran lista de cosas que me definen y creía íntimamente mías, pero que, posiblemente (y matizo el posiblemente), sean bastante condicionadas por personas y hechos. Ahí van unos cuantos ejemplos:
-¿Por qué soy heterosexual? Quizá si algunos de mis familiares que tengo tan aferrados a la Iglesia, no hubieran hecho tanta mella en mí, podría ser homosexual o bisexual.
-¿Por qué me atraen los hombres de esa manera tan peculiar? No será tan peculiar cuando la moda de los modernos está en pleno auge y no paran de aparecer hombres con un estilo que hace unos meses, creía amar sólo yo.
-¿Por qué me considero una persona fiel a sus ideales y pensamientos por los que retiro de mi vida a gente que puede ir en contra de mis valores? Quizá porque he decidido libremente ser así o, quizá porque mi subconsciente trabaja por mí aspectos inconclusos de mi vida emocional.
¿Y vosotros? ¿Realmente sois tan libres como pensáis?
Cuando tenía 15 años me creía la reina del mundo con un estilo que compartía con un grupo determinado de gente aunque en mi cabeza yo era distinta a todos. Afirmaba ser libre para elegir lo que quisiera y no seguir al resto de la sociedad. Fue entonces cuando mi profesora de ética me pegó una bonita colleja que me hizo despertar.
Comenté en clase que yo me sentía libre porque elegía la ropa que quería y no iba como el resto de adolescentes. A lo que ella respondió: ¿Ah sí? ¿Fabricas tu propia ropa? Me quedé callada y comentó: Compras lo que hay en la tienda, lo que la sociedad pide.
Desde ese momento, la forma en la que me veía dentro del mundo cambió de manera importante y, de vez en cuando, sigo pensando hasta qué punto soy esclava de mis elecciones creyendo que son totalmente arbitrarias cuando, en realidad, una gran parte de mí ha sido condicionada para elegirlas.
De hecho, creo que podría hacer una gran lista de cosas que me definen y creía íntimamente mías, pero que, posiblemente (y matizo el posiblemente), sean bastante condicionadas por personas y hechos. Ahí van unos cuantos ejemplos:
-¿Por qué soy heterosexual? Quizá si algunos de mis familiares que tengo tan aferrados a la Iglesia, no hubieran hecho tanta mella en mí, podría ser homosexual o bisexual.
-¿Por qué me atraen los hombres de esa manera tan peculiar? No será tan peculiar cuando la moda de los modernos está en pleno auge y no paran de aparecer hombres con un estilo que hace unos meses, creía amar sólo yo.
-¿Por qué me considero una persona fiel a sus ideales y pensamientos por los que retiro de mi vida a gente que puede ir en contra de mis valores? Quizá porque he decidido libremente ser así o, quizá porque mi subconsciente trabaja por mí aspectos inconclusos de mi vida emocional.
¿Y vosotros? ¿Realmente sois tan libres como pensáis?
sábado, 20 de agosto de 2011
La presión social entre hombres
Un tema muy recurrente en debates desde hará ya unos cuantos años, es la presión social que sufren las mujeres desde varios sectores. Pero, ¿alguien ha pensado alguna vez en la presión que sufren algunos hombres desde su propio sector? Hombres heterosexuales hasta la médula que no pueden expresar su cariño hacia personas de su mismo sexo por miedo al qué dirán los miembros de su grupo, por miedo a aparentar homosexuales. Hombres que no “deben” llorar, pues eso significaría acabar con su hombría.
Un día, una conversación generó en mí un poco de ilusión al creer en una posible causa en un símil nada azaroso. Hombres que luchan por mantener su hombría/Primates machos que luchan por demostrar ídem. Al fin y al cabo, no dejamos de ser animales.
Lo que más me interesa, es que estos comportamientos generan en muchos de los hombres un estancamiento, desde mi punto de vista y hablando de determinadas ocasiones, mayor que el de las mujeres. No sé si existe relación con esta presión social, pero he podido observar en algunos hombres que mantienen unos prejuicios importantes sobre algunos temas que paso a ilustrar a continuación.
Hay bastantes hombres (no todos, obvio) que no creen en la amistad entre dos personas del sexo opuesto a no ser que una (generalmente el hombre) se sienta atraído. Otros justifican los errores de conducción de las mujeres con el mero hecho de serlo. Y sobre todo, observo un intento de aparentar cierta incompatibilidad entre los hombres y la expresión de los sentimientos. Sinceramente, no creo que el hecho de que las mujeres expresen mejor sus sentimientos sea meramente biológico. Es más, creo que por presión social, no dejan que dicha habilidad se desarrolle.
Por lo general (para terminar con una entrada en la que ya no puedo generalizar más), se tiende a ver a un gran sector de los hombres como intolerantes y machistas. Y mi pregunta es: ¿Y si son víctimas de su propio género?
Un día, una conversación generó en mí un poco de ilusión al creer en una posible causa en un símil nada azaroso. Hombres que luchan por mantener su hombría/Primates machos que luchan por demostrar ídem. Al fin y al cabo, no dejamos de ser animales.
Lo que más me interesa, es que estos comportamientos generan en muchos de los hombres un estancamiento, desde mi punto de vista y hablando de determinadas ocasiones, mayor que el de las mujeres. No sé si existe relación con esta presión social, pero he podido observar en algunos hombres que mantienen unos prejuicios importantes sobre algunos temas que paso a ilustrar a continuación.
Hay bastantes hombres (no todos, obvio) que no creen en la amistad entre dos personas del sexo opuesto a no ser que una (generalmente el hombre) se sienta atraído. Otros justifican los errores de conducción de las mujeres con el mero hecho de serlo. Y sobre todo, observo un intento de aparentar cierta incompatibilidad entre los hombres y la expresión de los sentimientos. Sinceramente, no creo que el hecho de que las mujeres expresen mejor sus sentimientos sea meramente biológico. Es más, creo que por presión social, no dejan que dicha habilidad se desarrolle.
Por lo general (para terminar con una entrada en la que ya no puedo generalizar más), se tiende a ver a un gran sector de los hombres como intolerantes y machistas. Y mi pregunta es: ¿Y si son víctimas de su propio género?
miércoles, 13 de abril de 2011
Los hijos vienen sin ticket regalo
El país envejece, el índice de ancianos supera al de niños con creces. No quiero pensar cómo irá el mundo cuando yo tenga 30 años más. Cada año, las parejas se atreven menos a tener hijos. Aunque, con lo que puedo ver cada día, mejor que no los tengan.
La mayoría de las personas que deciden tener hijos (generalizando muchísimo, aunque no sea objetivo) son las que, a primera vista, parecen no entender que a los niños se les educa para obtener ciertos comportamientos positivos. Y con positivo, no me refiero a que el niño haga lo que los padres quieren sino, a formar una persona de provecho, sana (tanto física como PSICOLÓGICAMENTE), fuerte, estable y con ganas de ser alguien de provecho. Por lo que puedo observar, los jóvenes padres que aun siendo tan jóvenes no son para nada primerizos, tienen hijos por tener, como quien tiene un perro. Peor, a un perro se le educa y se le quiere mediante un “amor sano”, requiere menos responsabilidades que un niño pero la base es similar.
Me gustaría hacer un estudio y preguntar a todas esas personas qué pensaron a la hora de aceptar ser padres. ¿Pensaron que sería fácil? ¿Les apetecía como a quien le apetece irse de viaje? ¿Fue un preservativo roto y decidieron no abortar ni dar en adopción?
Todo parece lógico, aquellos que no piensan detenida y objetivamente las responsabilidades que supone tener un hijo, son los que más se atreven a tenerlos. Desde mi punto de vista, si analizaran los PROS y los CONTRAS dando a la situación la importancia que merece, se atreverían menos del 50%.
He escuchado insultos, he visto bofetones sin sentido, conductas que propician envidia y celos de un hermano a otro. Y, de manera totalmente opuesta, he llegado a no escuchar nada, sólo el silencio como resultado de una abrumante marginación que acaba desembocando, en muchas ocasiones, en un comportamiento rebelde que no es más que un grito de ayuda para llamar la atención de los padres.
He visto cómo unos hijos toman partido en problemas de padres que se odian, cuando su edad no es más que la apropiada para ocupar su tiempo estudiando y divirtiéndose. Niños que viven con los abuelos porque sus padres tienen un horario laboral complicado y éstos echan por la borda la educación que han recibido por parte de sus padres, accediendo a todas las peticiones del nieto. Todo esto con una frase que les permite desligarse de toda responsabilidad: “Yo ya he criado a mis hijos, ahora me toca malcriar a mis nietos”. No sé si soy rara al pensar que esta frase no tiene NINGÚN sentido que no sea puramente egoísta. Si de verdad has criado a tus hijos para que crezcan de una manera óptima y saludable, es porque les quieres. Y si de verdad les quieres, no es normal que te de igual acabar con el trabajo que han realizado con sus propios hijos.
En resumen, los niños no son como un regalo que puedes devolver. No tienen ticket regalo. Todas las acciones que realices como consecuencia de la frustración y el agobio de no poder deshacerte de tus hijos, se grabarán en sus memorias y facilitarán que el futuro esté lleno de jóvenes que, en lugar de sacar adelante el país, se hundirán con él.
La mayoría de las personas que deciden tener hijos (generalizando muchísimo, aunque no sea objetivo) son las que, a primera vista, parecen no entender que a los niños se les educa para obtener ciertos comportamientos positivos. Y con positivo, no me refiero a que el niño haga lo que los padres quieren sino, a formar una persona de provecho, sana (tanto física como PSICOLÓGICAMENTE), fuerte, estable y con ganas de ser alguien de provecho. Por lo que puedo observar, los jóvenes padres que aun siendo tan jóvenes no son para nada primerizos, tienen hijos por tener, como quien tiene un perro. Peor, a un perro se le educa y se le quiere mediante un “amor sano”, requiere menos responsabilidades que un niño pero la base es similar.
Me gustaría hacer un estudio y preguntar a todas esas personas qué pensaron a la hora de aceptar ser padres. ¿Pensaron que sería fácil? ¿Les apetecía como a quien le apetece irse de viaje? ¿Fue un preservativo roto y decidieron no abortar ni dar en adopción?
Todo parece lógico, aquellos que no piensan detenida y objetivamente las responsabilidades que supone tener un hijo, son los que más se atreven a tenerlos. Desde mi punto de vista, si analizaran los PROS y los CONTRAS dando a la situación la importancia que merece, se atreverían menos del 50%.
He escuchado insultos, he visto bofetones sin sentido, conductas que propician envidia y celos de un hermano a otro. Y, de manera totalmente opuesta, he llegado a no escuchar nada, sólo el silencio como resultado de una abrumante marginación que acaba desembocando, en muchas ocasiones, en un comportamiento rebelde que no es más que un grito de ayuda para llamar la atención de los padres.
He visto cómo unos hijos toman partido en problemas de padres que se odian, cuando su edad no es más que la apropiada para ocupar su tiempo estudiando y divirtiéndose. Niños que viven con los abuelos porque sus padres tienen un horario laboral complicado y éstos echan por la borda la educación que han recibido por parte de sus padres, accediendo a todas las peticiones del nieto. Todo esto con una frase que les permite desligarse de toda responsabilidad: “Yo ya he criado a mis hijos, ahora me toca malcriar a mis nietos”. No sé si soy rara al pensar que esta frase no tiene NINGÚN sentido que no sea puramente egoísta. Si de verdad has criado a tus hijos para que crezcan de una manera óptima y saludable, es porque les quieres. Y si de verdad les quieres, no es normal que te de igual acabar con el trabajo que han realizado con sus propios hijos.
En resumen, los niños no son como un regalo que puedes devolver. No tienen ticket regalo. Todas las acciones que realices como consecuencia de la frustración y el agobio de no poder deshacerte de tus hijos, se grabarán en sus memorias y facilitarán que el futuro esté lleno de jóvenes que, en lugar de sacar adelante el país, se hundirán con él.
lunes, 11 de abril de 2011
Un fármaco tradicional: La mentira
Siempre me ha impresionado cómo puede haber personas que consiguen mentirse a sí mismas. ¿Cómo pueden mentirse si son quienes mejor se conocen? ¿Realmente consiguen mentirse cuando lo hacen? ¿De verdad consiguen el resultado que esperan?
Me resulta fascinante, a la vez que un poco extraño, que una persona consiga callar las voces de su interior. Esas a las que no se les puede mentir con una farsa, porque esas vocecillas interiores, son las que hacen a una persona tal y como es. Sin ambigüedades ni opacidades.
¿Por qué lo harán? ¿Escogerán así el camino más fácil? Un camino donde se hacen pensar a sí mismos que es la vida que quieren. A lo que yo pregunto, ¿es realmente ese el camino más fácil?
No entiendo cómo una persona puede llevar el gran peso que supone vivir una vida frustrada. La posibilidad de mentirse a uno mismo es muy tentadora y ayuda a sobrellevar esa frustración pero, el ser humano, por lo general, es inteligente, y en determinados momentos esa persona sabe que no está viviendo lo que siempre ha querido y que se encuentra bastante alejada de lo que entiende por una vida feliz.
¿No sería más inteligente (que no digo fácil) que la gente fuera sincera consigo misma e intentara cambiar todo aquello que hace que su vida sea, simplemente, una mentira? ¿Qué es más costoso? ¿Hacer frente a todo ese intento de “vida” y empezar de cero? ¿O vivir año tras año intercalando una mentira y la tristeza que supone abrir los ojos?
Ante todos estos pensamientos, se me ocurre pensar que hay algo aún más interesante. Es el momento en que una persona empieza con ese comportamiento rutinario que afianzará a lo largo de los años. ¿Qué lleva a una persona a mentirse a sí misma? ¿Educación? ¿Experiencia? ¿Cómo descubrir que alguien empieza a optar por ese camino y poder corregirlo? Creo que es más fácil educar para un buen crecimiento en todos los ámbitos, que esperar a que haya un problema, descubrirlo e intentar corregirlo.
Es por esto, una de las cosas (entre muchas otras) que veo tan importante la educación de algo que se ha puesto de moda pero que siempre ha debido estar en nuestras cabezas peludas: Inteligencia Emocional.
Me resulta fascinante, a la vez que un poco extraño, que una persona consiga callar las voces de su interior. Esas a las que no se les puede mentir con una farsa, porque esas vocecillas interiores, son las que hacen a una persona tal y como es. Sin ambigüedades ni opacidades.
¿Por qué lo harán? ¿Escogerán así el camino más fácil? Un camino donde se hacen pensar a sí mismos que es la vida que quieren. A lo que yo pregunto, ¿es realmente ese el camino más fácil?
No entiendo cómo una persona puede llevar el gran peso que supone vivir una vida frustrada. La posibilidad de mentirse a uno mismo es muy tentadora y ayuda a sobrellevar esa frustración pero, el ser humano, por lo general, es inteligente, y en determinados momentos esa persona sabe que no está viviendo lo que siempre ha querido y que se encuentra bastante alejada de lo que entiende por una vida feliz.
¿No sería más inteligente (que no digo fácil) que la gente fuera sincera consigo misma e intentara cambiar todo aquello que hace que su vida sea, simplemente, una mentira? ¿Qué es más costoso? ¿Hacer frente a todo ese intento de “vida” y empezar de cero? ¿O vivir año tras año intercalando una mentira y la tristeza que supone abrir los ojos?
Ante todos estos pensamientos, se me ocurre pensar que hay algo aún más interesante. Es el momento en que una persona empieza con ese comportamiento rutinario que afianzará a lo largo de los años. ¿Qué lleva a una persona a mentirse a sí misma? ¿Educación? ¿Experiencia? ¿Cómo descubrir que alguien empieza a optar por ese camino y poder corregirlo? Creo que es más fácil educar para un buen crecimiento en todos los ámbitos, que esperar a que haya un problema, descubrirlo e intentar corregirlo.
Es por esto, una de las cosas (entre muchas otras) que veo tan importante la educación de algo que se ha puesto de moda pero que siempre ha debido estar en nuestras cabezas peludas: Inteligencia Emocional.
martes, 25 de enero de 2011
Medicar para asegurarse un triunfo
Existe una gran cantidad de personas que acuden a su centro de salud en busca de comprensión y ayuda, en busca de un psicólogo que le ayude a afrontar sus problemas. En lugar de eso, encuentran a su psicólogo, sí, pero trabajando en equipo con el psiquiatra para pactar con antelación qué droga darán a cada paciente y cada cuántas semanas les citarán (en ocasiones, una vez al mes).
¿Alguien me puede explicar cómo va a empatizar un psicólogo con un paciente que ve cada 30 días? ¿En serio creen que el paciente se sentirá a gusto como para contar todo lo que necesita contar?
La medicación es necesaria en muchas ocasiones, eso no lo discuto. Pero ¿por qué esa irremediable necesidad de empastillar a cualquier persona sin antes considerar si es posible abordar sus problemas con otro método? O también, ¿por qué drogar a un psicótico hasta el punto de dejarlo casi vegetativo pudiendo rebajar la dosis y acompañarla con terapia? Aunque claro, si el paciente acude a las sesiones una vez al mes, podría suicidarse mucho antes.
Es más fácil dar una pastilla que te adormezca, que te atonte. Así tú no sufres y yo, no la cago. A todo esto, se han terminado los 50 minutos. El siguiente…
¿Alguien me puede explicar cómo va a empatizar un psicólogo con un paciente que ve cada 30 días? ¿En serio creen que el paciente se sentirá a gusto como para contar todo lo que necesita contar?
La medicación es necesaria en muchas ocasiones, eso no lo discuto. Pero ¿por qué esa irremediable necesidad de empastillar a cualquier persona sin antes considerar si es posible abordar sus problemas con otro método? O también, ¿por qué drogar a un psicótico hasta el punto de dejarlo casi vegetativo pudiendo rebajar la dosis y acompañarla con terapia? Aunque claro, si el paciente acude a las sesiones una vez al mes, podría suicidarse mucho antes.
Es más fácil dar una pastilla que te adormezca, que te atonte. Así tú no sufres y yo, no la cago. A todo esto, se han terminado los 50 minutos. El siguiente…
miércoles, 19 de enero de 2011
"Si no quieres, no lo hagas"
Hace un tiempo le pedí ayuda a un experto para que solucionara la sensación de agobio que me acosaba. No era un agobio muy importante, era el típico de las normas sociales que adherimos a nuestro comportamiento desde la infancia. Me hizo gracia cómo esa persona lo simplificó todo con un: "si no quieres, no lo hagas". Y ¡qué gran frase! (a la par que obvia xD).
Y es que todo es tan sencillo... ¿por qué lo complicamos tanto? Si no queremos contestar un mensaje, no lo contestamos; y muy importante: si no queremos quedar con alguien, ¡no quedamos! ¿Supone este acto un trauma fatídico en la otra persona? ¿Dejará de dormir por ello? No. Sólo quedará "manchada" nuestra imagen social. Aunque si la otra persona no nos importa, qué más dará lo que piense al respecto.
Siempre he defendido la educación, y de hecho, lo sigo haciendo. Pero creo que hay distintos contextos donde la falta de ella puede causar más o menos problemas. No es lo mismo humillar, gritar y ofender a una persona, que no contestar a una triste llamada hecha por cortesía y que no la promueve otro motivo que no sea la obligación social.
Tendremos que decidirnos antes de actuar ¿no? O somos lo que la sociedad pide que seamos, o somos congruentes con nuestra manera de pensar y sentir. Pero, en ocasiones, mezclar las dos cosas supone ser algo hipócritas.
Y es que todo es tan sencillo... ¿por qué lo complicamos tanto? Si no queremos contestar un mensaje, no lo contestamos; y muy importante: si no queremos quedar con alguien, ¡no quedamos! ¿Supone este acto un trauma fatídico en la otra persona? ¿Dejará de dormir por ello? No. Sólo quedará "manchada" nuestra imagen social. Aunque si la otra persona no nos importa, qué más dará lo que piense al respecto.
Siempre he defendido la educación, y de hecho, lo sigo haciendo. Pero creo que hay distintos contextos donde la falta de ella puede causar más o menos problemas. No es lo mismo humillar, gritar y ofender a una persona, que no contestar a una triste llamada hecha por cortesía y que no la promueve otro motivo que no sea la obligación social.
Tendremos que decidirnos antes de actuar ¿no? O somos lo que la sociedad pide que seamos, o somos congruentes con nuestra manera de pensar y sentir. Pero, en ocasiones, mezclar las dos cosas supone ser algo hipócritas.
martes, 4 de enero de 2011
Y qué bonito es sentir, pero… ¡cómo jode!
Hoy me apetece hablar de los sentimientos en general. Mejor dicho, “de la capacidad de sentir”.
¿Cuánta gente vive a diario sin sentir más allá de lo primordial o material? ¿Cuántas personas no conocen realmente lo que sienten, y por tanto, no se conocen? ¿No es necesario conocerse a uno mismo para así estar preparado para conocer a los demás?
Hoy, paseando por el centro, he visto un montón de personas corriendo, comprando, niños con sus padres, niños jugando con los abuelos, gente paseando a sus perros, jóvenes corriendo para coger el autobús… Todo esto con James Morrison de fondo en mi mp3, ese maravilloso aparato que me ayuda a ver las situaciones desde un segundo plano, como un espectador callado, imaginando la vida de los personajes que pasan por delante de mí. Al principio me gustaba la sensación, me hacía feliz ver a parejas y familias unidas paseando por la calle. Luego, no sé cómo, la magia ha muerto. Todo ha vuelto a ser rancio, amargado, la rutina marcaba el ritmo de las personas cansadas y asqueadas de vivir.
¿Por qué la gente no encuentra unas horas a la semana para pararse y sentir? Sentir odio, pena, alegría, alivio, “miedo”… Les da miedo descubrir qué sienten y por qué, darse cuenta de que su vida es sólo una mentira que les ayuda a conformarse con lo que tienen por no aspirar a algo más, aspirar a ser felices por dentro, a estar serenos, a conocerse.
¿Cómo esas personas pueden ayudar a las demás, si ni siquiera empiezan por ayudarse a sí mismas?
Es tan bonito y a la vez tan complejo… “Simplemente” consiste en mirar dentro de uno mismo y ser lo suficientemente valiente como para enfrentarse a la verdad. Pero jode tanto cuando esa verdad difiere tanto de la realidad…
¿Cuánta gente vive a diario sin sentir más allá de lo primordial o material? ¿Cuántas personas no conocen realmente lo que sienten, y por tanto, no se conocen? ¿No es necesario conocerse a uno mismo para así estar preparado para conocer a los demás?
Hoy, paseando por el centro, he visto un montón de personas corriendo, comprando, niños con sus padres, niños jugando con los abuelos, gente paseando a sus perros, jóvenes corriendo para coger el autobús… Todo esto con James Morrison de fondo en mi mp3, ese maravilloso aparato que me ayuda a ver las situaciones desde un segundo plano, como un espectador callado, imaginando la vida de los personajes que pasan por delante de mí. Al principio me gustaba la sensación, me hacía feliz ver a parejas y familias unidas paseando por la calle. Luego, no sé cómo, la magia ha muerto. Todo ha vuelto a ser rancio, amargado, la rutina marcaba el ritmo de las personas cansadas y asqueadas de vivir.
¿Por qué la gente no encuentra unas horas a la semana para pararse y sentir? Sentir odio, pena, alegría, alivio, “miedo”… Les da miedo descubrir qué sienten y por qué, darse cuenta de que su vida es sólo una mentira que les ayuda a conformarse con lo que tienen por no aspirar a algo más, aspirar a ser felices por dentro, a estar serenos, a conocerse.
¿Cómo esas personas pueden ayudar a las demás, si ni siquiera empiezan por ayudarse a sí mismas?
Es tan bonito y a la vez tan complejo… “Simplemente” consiste en mirar dentro de uno mismo y ser lo suficientemente valiente como para enfrentarse a la verdad. Pero jode tanto cuando esa verdad difiere tanto de la realidad…
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