La desobediencia puede provocar problemas en la convivencia
familiar al suponer un desafío hacia la autoridad, en este caso, de los padres
o educadores. Pero, ¿cómo puede manifestarse la desobediencia? A nivel general,
de tres formas:
1.
El niño/adolescente que parece no escuchar: Se
opone de forma pasiva a las órdenes de los adultos.
2.
El niño/adolescente negativista: Quien desbarata
la autoridad de los padres con un simple monosílablo. NO.
3.
El niño con rabietas o adolescente agresivo,
haciendo notar el desacuerdo en su total expresión agresiva.
Pero, para hacer un análisis exhaustivo de la situación, no
debemos centrarnos solamente en el niño o adolescente sino que es aconsejable
que los padres y demás adultos aprendan a comunicarse con ellos en esos momentos
tan delicados y aprendan a dar órdenes.
Algunos de los errores más frecuentes a la hora de dar
órdenes a los hijos son los siguientes:
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Órdenes
inatendidas: Los padres que piden a su hijo que baje el volumen de la
televisión, pero lo piden a gritos desde la cocina.
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Órdenes
confusas: “Ya tienes edad para portarte como una persona mayor” ¿Qué
significa concretamente ser mayor? ¿Portarse bien en clase? ¿No jugar?
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Órdenes
poco realistas: Padres que exigen que sus hijos aprueben toda la tercera
evaluación cuando la primera y la segunda han suspendido seis.
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Órdenes
metralleta: Muy largas o muy repetidas. EJ: “Métete a la ducha y lávate el
pelo que luego tienes que cenar y no te da tiempo. Dúchate ¿eh? Pero ya, que
luego no te da tiempo a cenar, bla bla bla bla bla”
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Órdenes
injustas: Como por ejemplo, imponer la carrera, la rama de estudio o las
actividades extraescolares a los hijos.
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Órdenes
débiles: Con un tono dubitativo y que aparenta opcional. EJ: “A los papás
les gustaría que les ayudaras a poner la mesa, ¿Qué tal si nos echas una mano?”.
El problema de preguntar si se hace o no, es que los hijos tienen la total
libertad de decir que no.
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Órdenes
desgastadas: Incitan a hacer oídos sordos. EJ: “¿Cuántas veces te tengo que
decir que…. (a partir de ahí, dejan de escuchar)”
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Órdenes
autoritarias: En un tono agresivo. EJ: El adulto golpea la mano del hijo
con la que sostiene la cuchara y le grita “no te levantas de la mesa hasta que
no te lo termines todo”.
Y en mi opinión, la reina de las
órdenes que resultan fallidas:
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Órdenes
inconsistentes: Aquellas en las que se contradicen las figuras de autoridad
y varían según el estado de ánimo de quien las dicta. Por ejemplo: Padre o
madre que castiga una acción que el hijo realiza todos los días sólo cuándo el
adulto ha tenido un mal día. La otra versión de este tipo de órdenes es en la
que uno de los adultos autoriza al hijo a salir a la calle cuando el otro
adulto no está (aquí los abuelos, juegan un papel muy importante).
Por tanto, después de aprender
cómo NO es aconsejable que se comuniquen las órdenes… ¿Cómo deben ser?
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Claras y
específicas: “Recoge los juguetes que has sacado”
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Comprensibles:
Expresadas en un lenguaje conocido por el niño/adolescente
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Cortas:
“Lávate las manos”
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Darse de
una en una y en número reducido
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Coherentes:
Acordadas entre los adultos y no fruto de la improvisación ya que puede ir
seguida de un arrepentimiento posterior y, por tanto, de anular la orden desautorizándose
a uno mismo
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Firmes
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Describir
las consecuencias de su cumplimiento o no: “Si no terminas los deberes ya
sabes que no ves la televisión”.
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Ser aplicables
a todos los miembros de la familia: Así evitaremos celos y entenderán que
no son “por fastidiarles” sino que son unas reglas comunes para todos.
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No ser
contradictorias con otras órdenes
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No deben
ir acompañadas de instigación física
ya que se ha comprobado que dificulta aún más el cumplimiento de la orden.
¿Y vosotr@s? ¿Habéis
recibido o dado alguna orden errónea? ¿Cómo conseguís que vuestros hijos o
alumnos obedezcan?